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Marcianos venecianos

Vía Festival de Venecia por 03 de septiembre de 2013
Y volvió a aparecer, nueve años después (ni falta hace decir que en etse mundillo esto es una auténtica eternidad), Jonathan Glazer. Después de sorprender -en el buen sentido- con la muy reivindicable 'Sexy Beast' y de sorprender -en el no-tan-buen sentido- con 'Reencarnación', el cineasta británico ha vuelto a dar señales de vida, y con la excusa ha abierto una nueva jornada competitiva en esta de momento ajetreadísima 70ª edición del Festival de Cine de Venecia. 'Under the Skin' (''Debajo de la piel'') es tal vez una de las apuestas más arriesgadas que puedan encontrarse este año en la parrilla de salida por la carrera del León de Oro, aunque, tal vez, y sólo tal vez, pueda ser una de las sorpresas más agradables en esta ocasión en la ciudad de los canales.

Se apagan las luces de la sala, se enciende el proyector y se ve a... Scartlett Johansson interpretando a un alien. Suena a chiste, y algunos se lo han tomado como tal (para entendernos, ¿abucheos? los ha habido, sí)... aunque los que no se han puesto a reír a las primeras de cambio, han salido encantados de la experiencia (sigamos entendiéndonos, ¿aplausos? también, y muchos, por lo visto). Lo que propone Glazer en su nuevo filme es lo que viene haciendo desde que empezó a dedicarse al raramente noble oficio de la dirección cinematográfica: jugar a su antojo con los géneros para configurar un relato de naturaleza mutante que, como no podía ser de ninguna otra manera, es mucho más de lo que aparenta.

¿Historia sobre extraterrestres antropófagos? Sí, pero al mismo tiempo brillante estudio sobre la condición humana. La sci-fi servida en desconcertante, estiloso y moderno tratado filosófico. Un producto arriesgado y brillante que sabe situarse en ese escurridizo hueco entre el espectáculo, la tensión y la reflexión. Habemus seria candidata a ocupar lugares distinguidos en el palmarés.

Tres cuartos de lo mismo puede decirse de la otra cinta presentada hoy a Concurso. La israelí 'Ana Arabia', aparte de ser una tremenda pirueta formal (84 minutos, ni más ni menos, de plano secuencia), es también un lúcido juego de -falsas- apariencias. Un joven e intrépido reportero se desplaza hasta una zona en la que conviven los seres más marginados tanto de la comunidad musulmana como de la hebrea. El patio de butacas, por supuesto, contiene la respiración. Jugar con fuego, es lo que tiene. Lo bueno es que en este tipo de inducciones a la combustión espontánea -por ponerle nombre- es cuando se lucen los especializados en la carrera de obstáculos.

Así debería definirse esta nueva aventura en territorio comanche (y así es como cabe llamar el vergonzoso desastre instaurado en Oriente Próximo): un señor obstáculo cuya resolución, a cargo de Amos Gitai, ha logrado un a priori inconquistable consenso entre la crítica. Bien por su atrevimiento formal, bien por sus agallas conceptuales, ahí va otra de las inmediatas favoritas al León de Oro.

Fuera de esta pugna se ha presentado otro auténtico tour de force detrás de las cámaras. El director Steven Knight encierra a Tom Hardy en un coche -¡valiente insensato!- y no le deja salir hasta que haya terminado su película. 'Locke' es el título de este atípico y claustrofóbico thriller en el que la vida de un hombre con un expediente -en todos los sentidos- inmaculado cambia dramáticamente con una llamada telefónica. Para relajar un poco la carga neuronal de las anteriores propuestas... nada mejor que esta ración triple de adrenalina contenida. El aire, casi se corta, y se palpa a la vez la constatación de que Hardy, al igual que la Johansson en 'Under the Skin', es un monstruo. Uno de estos que tan bien le sientan a la Mostra.

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