La larga y esperadísima vuelta de Peter Bogdanovich
Vía Festival de Venecia
por reporter 29 de agosto de 2014
Tercera jornada de la 71ª Mostra e igual división de los focos de atención. Tres cineastas ayer y tres más hoy. Como viene siendo habitual, tres nombres, todos ellos, para quitar el hipo. En orden de aparición: Peter Bogdanovich (con 'She’s Funny That Way'), Ramin Bahrani (con '99 Homes') y Ulrich Seidl (con 'In the basement'). Empezamos con la recopilación de prensa.
Empezando con Bodganovich, Luis Martínez, de El Mundo, ha dicho: Se trata, para situarnos, de una comedia, una sencilla, quizá simple, evidente, anticuada, muy tontorrona... pero, y esto importa, divertida comedia. Incluso mucho. se podría incluso llegar a la conclusión de que estamos delante de eso que los semiólogos apresurados corren a llamar relectura, revisión o, ya puestos, deconstrucción. Pues no. Que no cunda el pánico, Bogdanovich no pretende tanto. O tan poco. Simplemente se limita a dejar hacer a un guión que bien podría estar firmado antes de la guerra (pero de la de Crimea).
Manu Yáñez, de Fotogramas: Bogdanovich ofrece una lección maestra de aquella idea que propulsaba las comedias de Howard Hawks: la combinación de confusiones dialogadas (nunca chistes), frenesí rítmico y caos físico. ‘She’s Funny That Way’ es un festival de puertas abriéndose y cerrándose, un desfile de frases entrecortadas y bofetadas, una celebración del libertinaje más propia del Hollywood pre-code que del cine americano contemporáneo.
Respecto a Bahrani , Luis Martínez, de El Mundo: El esquematismo apresurado de un guión tan maniqueo como confuso acaba por arruinar cada uno de los esfuerzos, que son muchos y notables, de los actores (aquí, Andrew Garfield y Michael Shannon). Todos podemos estar de acuerdo en que los bancos y la gente con traje planchado no gustan, pero un poco de desarrollo de la idea no tiene por qué molestar.
Manu Yáñez, de Fotogramas: Un despliegue formal que Bahrani combina con la pulsión realista que marcó sus primeras películas, de ‘Man Push Cart’ a ‘Goodbye Solo’, donde el director de padres iraníes reclamaba la herencia del Neorrealismo. Hay que reconocer el mérito de Bahrani a la hora de respetar a sus personajes: tratándose de una película prima hermana de ‘El lobo de Wall Street” –expone la podredumbre moral de aquellos que sacan partido del mal ajeno–, el director de ‘A cualquier precio’ consigue no caricaturizar a sus criaturas, que siempre tienen motivos razonables para comportarse como lo hacen. Y si bien es cierto que la película no consigue sostener hasta el final el ímpetu rítmico de su magnífico arranque, el conjunto prevalece como un enérgico intento de retratar una tragedia social a través de las coordenadas del thriller.
Joan Sala, de Filmin: Un thriller feroz, intenso, de sorprendente aplomo y rabiosa actualidad social. Ramin Bahrani parece haber perdido la paciencia y da un giro brutal en su carrera, pasando del carácter espacial, atmosférico y envolvente que formalmente caracteriza su obra (principalmente sus dos últimos films) a una realización directa, frontal, rítmica e hiperacelerada.Quizás, el leve espíritu redentor con el que finalmente se revela es el único defecto que podríamos achacarle, y lo digo por sacarle algún fallo. Bien por Bahrani, "99 Homes" merece tener el éxito crítico y comercial asegurado. Ojalá así sea.
Todd McCarthy, de The Hollywood Reporter: '99 Homes' arremete apasionadamente contra las condiciones económicas actuales.; Jessica Kiang, de Indiewire: '99 Homes 'es todo lo efectiva que tiene que ser. Aunque no sea ni sutil ni particularmente matizada, la despuntada fuerza del traumático impacto de su narrativa nunca resulta excesiva, estando totalmente justificada por la importancia de sus temas. Guy Lodge, de Variety: Esta película artificiosa sin remordimientos y con unas dinámicas interpretaciones es hasta la fecha la mejor oportunidad del cineasta de conectar con un público más amplio.
Por último, respecto a lo último de Ulrich Seidl, Luis Martínez, de El Mundo, ha dicho: Todo lo que se ve asusta, enternece, divierte y, finalmente, espanta. Sin duda, un delirio que coloca al cine en ese lado inquietantemente oscuro al que si renuncia estamos perdidos.
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