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Homenaje a Al Pacino

Vía Festival de Venecia por 05 de septiembre de 2011
Venecia se colapsa. Y no hablamos de física, ni de las eternas preocupaciones concerniendo al perpetuo hundimiento de la ciudad de los canales. Hablamos de la 68ª edición del festival cinematográfico más antiguo de todos; hablamos de la ingente cantidad de estrellas del celuloide que está logrando convocar este año. A todos los nombrados a lo largo de los últimos días, le sumamos hoy el de uno de los mejores actores de toda la historia, Al Pacino, ni más ni menos.

Fue gracias a la adaptación shakesperiana cinematográfica de 'El mercader de Venecia' que su carrera volvió a coger aire, y ha sido en este mismo escenario donde ha recibido el homenaje a toda su trayectoria profesional, por parte de la comunidad cinéfila al completo. Por si fuera poco, a dicho premio honorífico se ha sumado el también honor de presentar su nuevo trabajo como director.

Fue gracias a Shakespeare que Al Pacino se inspiró para debutar tras las cámaras, con el curioso documental 'En busca de Ricardo III', y ha sido siguiendo con este formato (siguiendo experimentando también con la ficción, todo sea dicho) que ha presentado fuera de concurso 'Wilde Salomé', filme en el que la estrella reflexiona sobre Oscar Wilde, al tiempo que intenta adaptar una obra del archifamoso escritor británico. Un ejercicio metafílmico divertido y ágil, que ha recibido una cálida acogida por parte del público, redondeando esta jornada dedicada casi por completo a esta leyenda viva del séptimo arte.

''Casi por completo'', puesto que, a parte del casi tradicional poco éxito cosechado por el cine italiano en su propio feudo (a manos en esta ocasión por Emanuele Crialese y su 'Terraferma'), se ha colado un invitado de lujo, del que, por su interesantísima ópera prima, 'Hunger', ya cabía esperar algo gordo para su segundo filme... pero pocos estaban preparados para lo que ha terminado siendo 'Shame', cuya traducción literal sería ''vergüenza''.

Vista la reacción del público, de todo menos vergüenza es la que ha debido sentir su director, Steve Moqueen... no el que todos conocemos, sino el que algún día conoceremos todos, como aquel que empezó siendo artista multimedia, y acabo siendo un gran director irlandés de cine, que de momento, ya puede decir que al menos por un día (ya veremos cuando se entreguen los grandes premios), ha conquistado la Mostra veneciana. Y lo ha hecho con una película desgarradora, que reflexiona de forma visceral sobre las miserias humanas, a manos de unos soberbios Michael Fassbender (y van...) y la cada vez más consolidada Carey Mulligan. Para muchos, una obra maestra de imprescindible visionado, que le pondrá aún más difícil al Jurado de este año, el veredicto sobre quién merece más el León de Oro. El Lido está que arde.

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