El peor despertar; la mejor despedida
Vía Festival de Venecia
por reporter 02 de septiembre de 2013
Pongamos que cuando te levantas, suena el teléfono. Al otro lado de la línea está la última persona del planeta con la que desearías hablar... y te da la peor de las noticias. Aquella para la que llevabas tanto tiempo preparándote... pero que en el fondo deseabas no tener que oír jamás. No hay peor manera de empezar un día cuyo balance general, por difícil que sea de creer, va a ser positivo. Porque después de la bofetada matutina descubres que te han ascendido en el trabajo, que aquella chica que tanto te gusta te ha dejado por fin un mensaje en el contestador y que finalmente se ha concretado aquel maravilloso viaje con el que llevabas soñando desde que eras un crío. No obstante, cuando por fin te desplomas sobre la cama, no puedes evitar pensar en el sabor amargo que te ha dejado aquella maldita llamada. El ser humano, dicen los psicólogos (y más importante, los economistas), tienen esa malsana tendencia a quedarse en lo malo; a dar más importancia a los tropiezos que no a las conquistas.
Pongamos que la cuarta jornada de Competición del 70º Festival de Cine de Venecia empieza también de la peor de las maneras. Que a la ya sabida ausencia de uno de los nombres más importantes se le añade el anuncio, por parte de uno de los directivos de sus estudios, de que el susodicho director ''hasta aquí ha llegado''; de que se retira del oficio. Así terminó oficialmente (y a falta de una rueda de prensa desde su Japón natal por parte del protagonista) la brillante carrera de uno de los más brillantes animadores de todos los tiempos. Hayao Miyazaki, el maestro detrás de obras maestras del calibre de 'Mi vecino Totoro' o 'La princesa Mononoke' (por citar algunas de sus muchas joyas), cuelga los pinceles y empieza un descanso que -siendo justos- llevaba mereciéndose desde hacía mucho. Lo dicho, sabíamos que llegaría este día, pero igualmente, el anuncio le deja a uno destrozado; devastado.
Sensaciones más o menos parecidas a las que debió experimentar Jiro Horikoshi cuando comprobó que su desbordada imaginación y su espíritu libre fueron convertidos en una -por aquel entonces imbatible- máquina de matar. 'The Wind Rises' (''Se levanta el viento'') es el arriesgadísimo (por todo lo que implica... hablamos de memoria histórica, sí, pero a la japonesa, imagínense) biopic dedicado al mencionado Horikoshi y, como se ha dicho también, último legado del legendario Miyazaki. Mientras el estudio Ghibli ya puede ir pensando -y muy seriamente- en su futuro, a los afortunados que están estos días en el Lido no les ha quedado otra que aplaudir. Ovacionar, se comenta. Hayao lo ha vuelto a lograr. En un territorio más que empantanado, ha vuelto a salir victorioso, encandilando con su incontestable perfección estilística y su inconfundible olfato para hacer accesibles -y preciosas- sus historias, sin faltarles a su esencia. No está de menos recordar que, más allá del Oso de Oro y el Oscar conquistados con su imprescindible 'El viaje de Chihiro', en 2008 a puntísimo estuvo de hacerse con el máximo galardón en Venecia con la también formidable 'Ponyo en el acantilado'... ¿se cerrará el círculo con 'The Wind Rises'?
Y así, entre el placer de la proyección y la melancolía de la rueda de prensa, se dio paso a las otras dos películas presentadas a concurso. 'Miss Violence', de Alexandros Avranas es un claro exponente del cine griego de crisis, docto en machacar al espectador con los males de los que, de algún modo u otro, es cómplice. La dureza estético-moral como contundente razón de ser. Las opiniones con respecto a esta historia sobre una familia que se libra a las más inenarrables bajezas, como no podía ser de otra manera, ha dividido a la crítica; entre los defensores de llevarse, de vez en cuando, alguna bofetada y los algo más cansados de la violencia de este nuevo cine social que, efectivamente, no acaba de encontrar total aceptación.
Por último, la estadounidense 'Parkland', enésima revisión de los trágicos acontecimientos concernientes al asesinato de John F. Kennedy. Cogiendo como punto de referencia el hospital en que fallecieron tanto el Presidente como su presunto verdugo, Lee Harvey Oswald, el director Peter Landesman hace que el cine americano vuelva a revivir, por enésima vez, un trauma que cansa por el agotamiento al que ha sido sometido. Sin agilidad, sin nada que decir o aportar de nuevo, el filme co-protagonizado por Zac Efron se ha convertido en la gran decepción en lo que llevamos de Mostra. Un desastre que si bien parece condenado al olvido, irónicamente no ha conseguido que nadie haya olvidado el terrible modo en que la ciudad de los canales nos ha dado hoy los buenos días. Maldita sea... otra vez.
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