Capital de extrarradio
Vía Festival de Venecia
por reporter 06 de septiembre de 2013
El que dos documentales coincidan en la Sección Oficial a Competición de uno de los grandes festivales cinematográficos, es considerado como un hecho histórico. Al mismo tiempo, el hecho de atribuirle a tal coincidencia un carácter tan extraordinario no deja de ser un excelente indicativo de lo injustificadamente mal representada que está la no-ficción en estos lares (y no será precisamente por falta de producción). Sea como fuere, si ayer el gran Errol Morris decepcionó -en parte- con su demasiado tibio acercamiento a la figura del -inalcanzable- Donald Rumsfeld, hoy ha probado suerte otro ilustre veterano: Francesco Rosi. Quien recibiera el año pasado el León de Oro honorífico a su carrera ha demostrado que todavía le queda hueco -y tinta- para seguir llenando su currículum.
'Sacro GRA' es un ambicioso documento que recorre las autopistas circundantes de Roma para capturar a personajes que, al igual que el director en cuestión, se les da por desaparecidos en combate... lo cual no significa que si encuentran a alguien dispuesto a darles voz, no vayan a aprovechar la ocasión para seguir haciendo ruido. Hacerse notar, no por pose; no por el mero gusto de hacer subir el medidor de decibelios, sino para reivindicar su papel en una sociedad que parece haberles relegado, injustamente, a un segundísimo plano. Así es el nuevo trabajo de Rosi, un portentoso retrato coral de lo periférico, de lo marginado, que se reivindica como espacio ideal para que lo, a simple vista, marciano acabe descubriéndose como algo divertido, cariñoso y, desde luego, entrañable.
En la otra punta del planeta (tanto en sentido literal como figurado) aguardaba mientras tanto el idolatrado Tsai Ming-liang... para mayor deleite de su ingente horda de incondicionales... y para mayor desespero de los alérgicos (que tampoco son pocos) a lo radical de sus propuestas. 'Stray Dogs' significa plasmar en la pantalla la vida de un padre y sus dos hijos en un entorno similar al que usaba Francesco Rosi. Si antes estábamos en las afuera de la capital italiana, ahora hacemos lo propio pero en Taiwan. La zona colindante de Taipei (entran en el radio de actuación sus calles, así como los bosques y ríos de sus afueras) es el escenario elegido para el nuevo tour de force de tan emblemático cineasta.
Como cabía esperar, la nueva propuesta de Ming-liang no puede quedar enteramente recogida en sinopsis alguna. Por definición, pues las intenciones del director van mucho más allá de lo que la cámara recoge. O si se prefiere, hay que estar con los cinco sentidos activados y tratar de captar absolutamente todo lo que captura la cámara, que en ocasiones es mucho más de lo que los ojos pueden ver. Ahora sí. Quedan establecidas así, una vez más, las reglas de un juego en apariencia anárquico pero en realidad de una solidez abrumadora. Al final, hasta da igual si el artista chino nos habla de la relación paterno-filial o de una sociedad al borda del colapso, lo importante es que su voz única no sólo sigue intacta, sino que además está claramente inmersa en un apasionante proceso de depuración que puede llevarla, quién sabe, a repetir (después de hacerlo en 1994 con 'Vive l’amour') en lo más alto del palmarés veneciano.
Por último, el polaco Andrzej Wajda ha rendido a un nivel inferior a lo visto en esta esperanzadora jornada. 'Walesa: Man of Hope' es un biopic dedicado a Lech Walesa, el ganador del Premio Nobel de la Paz y fundador del movimiento de Solidaridad de Polonia, y lo cierto es que a pesar de sus buenas intenciones (en el sentido de querer tratar con el máximo respeto posible la figura de alguien que trajo esperanza a un por aquel entonces continente devastado), es una película que desgraciadamente, por su falta de vitalidad, falla a la hora de transmitir en la audiencia la esperanza que dice representar.
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