Capítulo VI: Existenz, con a de Annabelle
Los maratones son una de las cosas más tentadoras (y disfrutables) que tiene un Festival como el de Sitges, por más que pongan al límite el aguante físico y psicológico tanto del espectador como del proyector del Auditori, siempre amenazando desde las sombras en convertir cualquier pase en una sucesión de pausas publicitarias (o algo peor... en el peor de los casos).
El de anoche se abrió con un deber pendiente del año pasado, 'The Last Days on Mars', relato sobre zombis ambientado en Marte que se deja ver gracias a su sencillez y pragmatismo, pero que resulta demasiado correcto como para que su recuerdo sobreviva a su propio visionado. Ya es más de lo que ofrece 'Space Station 76', segundo e indigesto plato de la noche. Flojísima, una comedia espacial tan sosa que cuesta encontrarle un solo chiste que funcione. La que sí funciona es 'Predestination', el más logrado filme de los hermanos Spierig. Una de esas películas con las que uno duda -y la hora no ayuda- si estamos ante una brillante vuelta de tuerca o una tomadura de pelo. Posiblemente, mitad y mitad. Intensa, sumamente entretenida y con una estimulante paradoja temporal a la que darle vueltas y sobre la que debatir... guste o disguste.
El día propiamente dicho comienza para los madrugadores (a los que hoy Dios si ha ayudado) con 'La French', thriller francés que remite claramente al cine policiaco de los 70 (con un filme en particular al frente; si, ese). Una vibrante producción que convierte hechos reales en película, en el más estricto sentido del término, y que sobrevive a un guión de manual gracias a su notable ejecución a todos los niveles. No sorprende, no decepciona.
Tampoco sorprende ni decepciona 'Annabelle', cinta que viene a ser también lo esperable (en el buen sentido). Vale, no es ni de casualidad tan redonda y sólida como 'The Conjuring', pero a los puntos puede ser virtualmente similar en su elegancia, en su convicción... y también en su eficiencia, logrando por el camino dos o tres excelentes escenas de tensión. Y lo mejor de todo es que un año después del estreno de James Wan no parece ni improvisada ni gratuita. Un filme bien construido al que le falla quizá un poco el final, un tanto de compromiso, pero que aprovecha bien la muñeca que le da título para transmitir, sin necesidad de recurrir a golpes bajos o a la sangre, más inquietud que el 75% del cine de terror con tan solo un plano fijo de su rostro. Habemus nuevo éxito, y que dure.
Como también le supone un éxito a Richard Ayoade su segunda película, la interesantísima 'The Double' llamada a estar en medio del amor y del odio, y que se encuentra en medio del cine de autores como Terry Gilliam, Charlie Kauffman o Quentin Dupieux. Una suntuosa y recargada experiencia cercana a la esquizofrenia tan brillante y estimulante como agotadora. A destacar su poderío musical y mala leche, así como unos apuntes cómicos muy bien insertados en lo que no deja de ser un drama agrio y ciertamente descorazonador... que nos deja con una sonrisa y la certeza, una vez mås, que no hay nadie que habla tan veloz como Jesse Eisenberg.
Algo más ligero pero a la vez igual de enrevesado, el thriller Made in Corea 'A Hard Day'. De más a menos, su inicio es arrollador pero termina por ser un tanto rebuscada, inconsistente y sobre todo a estar muy cogida con alfileres, lo que limita su radio de acción y credibilidad. Lo uno no quita lo otro, siendo un filme que en su conjunto es bastante ameno y distraído.
Ni amena ni distraída resulta ese esperpento llamado 'Asmodexia'; bueno, ni ameno ni distraído ni nada de nada (bueno) en una producción que es incluso peor que el spot de este año, que ya es decir tanto como decir mucho. Un filme "enchufado" y amateur que parece surgido de una práctica primeriza de escuela que fracasa a todos los niveles. Un HORROR dicho con mayúsculas que causa vergüenza, y que valiéndonos de un chiste que esperemos siga siéndolo dentro de unos meses, es peor que el ébola.
No mejora mucho el panorama con 'Aux Yeux des Vivants', con la que nos empieza a quedar claro qué (poco) esperar de Julien Maury & Alexandre Bustillo tras una buena y una mala: tanto para los visitantes, 1 a 2. Cine de terror de ese francés que pretende ser molón y alternativo para caer de lleno en lo profundo del bosque, en la estupidez y el ridiculo. O lo que en castellano conocemos como un truñaco sin pies ni cabeza. Peor aún, que recurre a dos ramalazos sanguinolentos para salir por palmas de un festival del que tendría que salir por patas. El público, tan listo y tan tonto a la vez...
Recuperamos el pulso perdido en las últimas horas con la francesa 'Colt 35', en la que el compatriota de Sr. Pignon Fabrice du Welz juega a ser Johnny To, por supuesto, a la manera europea. Thriller policiaco solvente, seco, directo, crudo, agrio. Una cinta que transmite una clara sensación a título menor, pero que resulta plenamente satisfactoria cumpliendo el expediente en unos muy dinámicos 85 minutos. Como también es plenamente satisfactoria la belga 'The Treatment', otro thriller duro y sórdido sobre la pedofilia que poco a poco te va atrapando hasta dejar sin respiro, en lo que viene a ser un título muy logrado y convincente que gustará antes que sorprender a los fans del modelo europeo del género.
Por último -en lo que respecta a esta crónica- nos despedimos del miércoles con 'Hyena', otro thriller en este caso dramático y británico, otro título con aires sociales simplemente correcto, pero que nos vale más que de sobra para hacer tiempo ante el que promete ser uno de los momentos del Festival. Pero de eso ya hablaremos mañana, casi mejor.
Continuará...
Por Juan Pairet Iglesias
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