Capítulo V: Amigos, hermanos, fantasmas
A quién madruga Dios no siempre le ayuda: bien temprano comienza mal el día con 'L'altra frontera', una producción sonrojante, analfabeta y ultra sentimentalista que se convierte de largo en uno de los más insoportables títulos vistos de este año. De cualquier año. Casi mejor corramos un tupido velo...
... aunque tampoco nos lo vamos a llevar muy lejos. La experiencia es un grado, desde luego, aunque parece que David Cronenberg ya está un poco de vuelta. Con 'Maps to the Stars' el realizador canadiense vuelve a pisar el mismo terreno pantanoso que con la igualmente fallida 'Cosmópolis', si bien al menos en este caso la función resulta lo suficientemente amena como para no causar ningún tipo de angustia existencial.
Un collage acompañado de purrusalsa sobre Hollywood y alrededores un tanto vago, apocado, obtuso, rancio y disperso que suena tan a déjà vu como una mala adaptación a la gran pantalla de 'El séquito', todo ello con vocación de ser "como una indie".
Y aunque tachar al cine indie de algo malo per se es del todo inapropiado, no es menos cierto que en ocasiones las poses características de este modelo de producción llegan a irritar. Por ejemplo, en 'Jamie Marks is Dead', título que ya huele desde unos primeros compases a los que les acompaña un piano de fondo. Un relato fantasmagórico con el bullying de coartada transformado en un dramón indie sobre una especie de triángulo amoroso. Se aprecian las intenciones y sobre todo la desmitificación genérica sobre la temática de los fantasmas, pero ni por esas deja de ser un título pesado y bastante indigesto.
Como tampoco termina de cuajar el discurso de 'Goodnight Mommy', un filme que remite al cine de Michael Haneke con 'Funny Games' a la cabeza. La cinta cuenta con un potente punto de partida, pero su desarrollo carece de credibilidad y su justificación dramática termina por ser tan ridícula como la de cualquier otra producción al uso, lejos por ejemplo de la solidez de 'Borgman' el año pasado. De posible relato turbador y sugerente a la manera de 'El pianista' se pasa a una especie de torture porn pretencioso, calculador y muy tramposo que se diluye en la condescendencia del morbo por el morbo sádico, efectista y muy gratuito. Incluso alcanza un cariz demasiado paródico.
Sigue siendo eso sí un filme mucho más interesante que la media, una media en la que tirando hacia abajo se encuentra 'These Final Hours', una especie de drama apocalíptico sobre el fin del mundo concebido para el espectador medio de TeleCinco. Previsible, tirando de tópico y tan poco arriesgada que entra de lleno en el pelotón de las desechables, pero a fin de cuentas distraída y con un tercio final que logra arrancar una pizca de emoción.
Algo más es lo que consigue arrancar 'No Tears for the Dead', el nuevo trabajo del realizador Lee Jeong-Beom, esto es, el responsable de (la superior) 'El hombre sin pasado'. ¿Y qué decir? Se trata de un solvente thriller de acción a la coreana concebido, resulta patente, para el mercado internacional y que no ofrece prácticamente nada de nuevo, pero que lo que ofrece lo hace con buena caligrafía, algo de sangre, ritmo y aplomo. Un buen título que va de menos a más y que se disfruta, y que convence.
También convence -y de qué manera- 'Oculus. El espejo del mal', toda una revelación convertida en una de las grandes sorpresas positivas. Quizá porque aparente ser el típico producto de sustos comercial de encargo para mostrarse, en realidad, como un logrado y muy convincente relato de miedo atmosférico que prescinde del susto fácil en favor de la historia. Dos historias paralelas que convergen de manera notable para dar forma a un filme inteligente, hábil y sobre todo bien hilado que sitúa a Mike Flanagan como un posible aspirante a ocupar la vacante dejada por James Wan el año pasado. Crucemos los dedos.
El punto final de esta jornada -al cierre de esta edición- lo pone 'Spring', curiosísima comedia romántica a lo Richard Linklater aderezada con un toque fantástico, el de chico conoce chica que en realidad es un monstruo. Tira de demasiados tópicos, esa mal disimulada modestia indie y le cuesta arrancar, pero no cabe duda que resulta un título la mar de simpática: en parte por la labor del actor Lou Taylor Pucci, en parte por la eficiencia y coherencia con la que está resuelta. Un título menor pero agradable y con sus momentos, idóneo para alcanzar la medianoche con una sonrisa en la boca. Misión cumplida.
Continuará...
Por Juan Pairet Iglesias
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