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Capítulo IV - Amor

Vía Festival de Sitges por 13 de octubre de 2015
Festival de Sitges

Y el día amaneció con 'The Demolisher', un thriller demasiado visceral y harto dramático en torno a un sosias del 'Castigador' que va de más a menos en, más o menos, el tiempo en el que su buena factura audiovisual deja de funcionar como coartada de una narrativa y un guión que hacen aguas por innumerables frentes. Buenas intenciones mal rematadas.

No tan buenas intenciones aunque sí un mejor remate presenta la popularmente conocida como "la porno". Ni tanto ni tan calvo: si le quitamos la provocación gratuita (e innecesaria) que suponen la mayor parte de sus escenas de sexo y un 3D que salvo en un plano (de obligada incursión dadas las circunstancias) sobra en igual medida, 'Love' no está pero que nada mal.

Se nota la mano de Gaspar Noé en lo bueno (el uso de la música o de las elipsis), así como en cómo se le va la mano. La vocación de "enfant terrible" vuelve a lastrar esta su última película, una historia de amor sin final feliz y contada en retrospectiva enturbiada, al igual que le suele ocurrir a Lars Von Trier, por un mal medido espíritu transgresor que, con más inocencia que otra cosa, la convierten en una especie de 'Cincuenta sombras de Grey' para hispters... igualmente superficial.

Por su parte resulta imposible no pensar en 'Coherence' durante buena parte del metraje de 'The Invitation', con la que comparte un mismo espíritu independiente, si bien los objetivos finales de ambos filmes difieren por completo. Para empezar la nueva cinta de Karyn Kusama se mantiene apegada a la realidad de nuestro mundo, al mismo tiempo que su enrarecimiento progresivo se produce con mucha mayor mesura. Puede que para cuando llega el momento de la verdad al filme le falte algo de contundencia y un clímax más concluyente, lo que no quita para que estemos ante una de esas pequeñas joyas de muy fácil e innato disfrute.

No sé puede decir lo mismo de 'Miss Hokusai', correctísimo animé de Keiichi Hara -curtido a la vera de Shin Chan- cuyos 90 minutos parecen 120, lo que nunca es buena señal. Una historia vagamente similar a la de 'Big Eyes' en el Tokio de principios de siglo XIX que tanto monta que monta tanto. Al final una sensación evidente de indiferencia ante una historia que, además, resulta confusa en sus propósitos y el uso poco convincente de melodías rock en momentos puntuales.

Todo lo contrario que 'La próxima vez apuntaré al corazón', notable thriller de suspense de Cédric Anger con un no menos notable Guillaume Canet al frente. Basada en hechos reales ocurridos a finales de los años 70, la cinta cuenta con enorme efectividad la historia de un asesino en serie que, en realidad, era uno de los gendarmes encargado del propio caso (circunstancia que se revela nada más comenzar, no teman). Muy efectivo, y a diferencia de la cinta de animación anterior, sus casi dos horas parecen 90 minutos, lo que siempre es bueno.

Cierra la jornada 'Maggie', solvente melodrama que convierte a los zombis en enfermos terminales y que nos permite apreciar sin rechiste alguno a Arnold Schwarzenegger como intérprete. La propuesta funciona y es apreciable en su justa medida, si bien su condición de apacible híbrido puede no convencer ni a los amantes de los zombis ni a los de los dramones, siendo que no destaca particularmente en ninguna de las dos vertientes. Quizá una mano algo más experta que la de Henry Hobson hubiera sabido servir la carne en su punto, quién sabe.

Continuará...


Por Juan Pairet Iglesias


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