Cuarto día de cine non-stop en Sitges. El agotamiento empieza a hacer mella, no en el cerebro, sino en unas piernas que no agradecen tanto ajetreo para llegar a todas las sesiones posibles. Al grano, como es domingo y no hay que ir al colegio, sumerjámonos en el ambiente festivo y dejemos que los niños campen a sus anchas. Y es que los peques han sido los protagonistas absolutos de la jornada, tanto dentro como fuera de la pantalla.

Consciente de que el cine está buscando como alma en pena un cambio de imagen para los nuevos tiempos que corren, el Festival de Sitges presta atención en su sección Focus - 3D a películas que han de marcar tendencia en la reexplotada tecnología tridimensional. En este marco, se ha presentado el nuevo trabajo de uno de los realizadores más queridos de la década de los ochenta, Joe Dante. En 'The Hole', una familia se acaba de mudar a un pacífico pueblecito, y no tardará en descubrir que su nueva casa esconde un oscuro secreto. El que ésta haya sido la sesión en la que de momento se han visto a más niños, obviamente no ha sido fruto de la casualidad. Y es que pasan los años, pero Joe Dante sigue fiel a un estilo en el que los peques priman por encima de todo. Cierto es que se perciben atajos para satisfacer al público adolescente, pero es innegable que 'The hole' es una cinta de terror familiar: con actuaciones flojas, sustos que se ven venir a la legua y monstruos aterradores, pero no tanto como para permitir que los chavales vayan a dormir esa noche con los papás. Con cameos deliciosos como el de Dick Miller y continuas referencias cinéfilas, Joe Dante usa sabiamente un 3D que nunca se hace pesado, y aunque no estemos ante producto plenamente satisfactorio, de bien seguro que los mocosos no harán ascos para revisionarlo... al fin y al cabo, de eso se trata.

En una época en la que el anuncio del embarazo puede ser visto socarronamente -o no- como la peor de las tragedias, no se hace extraña la sobrepoblación de niños siniestros en el cine. Con 'The Children', Tom Shankland pasa página, olvidándose de la horrible 'WΔZ' y madura en su estilo para filmar cuentos escalofriantes. La historia trata sobre las atípicas vacaciones de una familia británica, que decide reunirse en la casa de campo. ¿Por qué atípicas? Porque en el segundo día la camada empieza a descarriarse. Tal es el descontrol de los chiquillos que poco hasta empezarán a poner en serio peligro la vida de sus progenitores. Como decíamos, antes y al igual que en la también mostrada 'La huérfana', del catalán Jaume Collet-Serra... los niños son vistos como el elemento destructor de toda buena familia (¿se puede ser más explicito?). Shankland acierta imprimiendo a la trama un ritmo pausado. Al no precipitarse en el relato de los trágicos eventos, crece la tensión y la sensación de incertidumbre en un entorno en el que la violencia va saliendo a la superficie de manera lenta, hasta el estallido final de sangre y vísceras. Ya se sabe hay que darle el pan al pueblo de Sitges. En definitiva, una cinta más de suspense que no de terror, pero que igualmente consigue contagiar buenas dosis de mal rollo, saciando así las casi enfermizas exigencias que destila el certamen.

En 'Hierro', del debutante Gabe Ibáñez, no hay niños psicópatas, pero el hijo de la protagonista juega un papel clave... aunque ausente. En efecto, el primer largometraje del director madrileño nos habla de la desaparición de un chiquillo, justo cuando está apunto de empezar unas vacaciones con su madre (para entendernos, un planteamiento parecido a 'Plan de vuelo: desaparecida', pero cambiando el avión por un ferry). Elena Anaya encarna a la sufrida mujer, a quien los caprichos del destino la obligan a volver a la isla de El Hierro, que es donde vio a su hijo por última vez. A simple vista, se diría que la estrella indiscutible de la película sería la actriz de Palencia (no en vano, acapara la amplísima mayoría de los planos), pero en realidad, el que pide más protagonismo es el director. Tirando de lirismo oscuro, parece que todas las imágenes tengan un doble sentido; que todo tenga que sugerir algo... y el experimento acaba agotando. Con la historia desinflándose cada vez más rápido, Ibáñez sigue a lo suyo, rellenando la pantalla a más no poder, con lo que la hora y media de metraje acaba haciéndose larga. Demasiado.

Más alejada del tema infantil se ha presentado la francesa 'Ne te retourne pas', de la directora Marina De Van, que en el año 2002 se dio a conocer con 'Dans ma peau', tremenda historia con aires cronenbergianos en la que tras herirse, una mujer pasaba a descubrir su cuerpo desde una nueva perspectiva. En esta ocasión el argumento es igualmente original, ya que se nos habla de una madre de familia que, mientras escribe una novela, percibe cómo todo lo que la rodea va mutando. Los muebles de su casa, la calle en la que vive, su familia... e incluso ella. Con Sophie Marceau y Monica Bellucci interpretando a la protagonista, De Van va desmenuzando poco a poco una historia que empieza como una extravagancia (y que quizás se regodea demasiado en ella), pero que se acaba confirmando como una introspección kafkiana en búsqueda de la personalidad; de un alma rota por viejos traumas enterrados, todo ello en clave de thriller psicológico. Se podría decir que el mayor logro de 'Ne te retourne pas' es, aparte de sobreponerse a lo irritable que puede ser la protagonista, mantener la seriedad y nunca resultar del todo cargante. Es una rareza con poder hipnótico; que peca de excesivo metraje, pero que sabe corresponder la atención otorgada por el público. Por suerte, las alarmas de empanada mental pedante no llegan a materializarse.

Mañana más.

por Víctor Esquirol Molinas

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