Tercer día en Sitges, y se nota que el festival ya tiene el rodaje necesario. Estamos en pleno fin de semana, hace buen tiempo y cada vez más gente se acerca a la capital del Garraf. Tanto que si uno pasea por sus calles, lo más fácil es que vea el paisaje decorado con innumerables camisetas de temática friky, y escuche continuamente citas y debates cinéfilos. El séptimo arte ha tomado Sitges. No había más que ver cualquier sesión de hoy en el Auditori, donde ha habido lleno casi absoluto en cada proyección. Y no sólo ha subido la ocupación, sino también la juerga. ¿Que se tiene que volver a empezar la proyección porque el sonido no funciona? Pues mejor, oiga, que así se prolonga la fiesta.

Punto y aparte del maratón asiático de la segunda jornada. Hoy el certamen estaba decidido a recuperar su esencia; a reencontrarse a sí mismo. Así lo ha demostrado el primer pase del día, 'Pandorum', una cinta que -entre otras muchas- recuerda en varios aspectos al 'Alien' de Ridley Scott (que, recordemos, da imagen a la edición actual del festival). Christian Alvart pinta un futuro negrísimo para la humanidad que, tras llevar al planeta Tierra al colapso, no tiene otro remedio que emigrar masivamente a otro planeta. La historia transcurre en la nave donde quedan las últimas esperanzas, y horrores del hombre. Tomando prestados elementos de un sinfín de obras de ciencia-ficción, 'Pandorum' no puede nunca desprenderse del olor a déjà vu, sin embargo ofrece aceptables dosis de terror, y una historia con guión algo tramposillo, pero envolvente a la vez.

Para confirmar las buenas sensaciones, se ha mostrado un filme cuya presencia en la cita cabe achacarla más a la potenciación de la industria cinematográfica del país, que no por su afinidad a los cánones de Sitges. Sea como fuere, 'Celda 211', de Daniel Monzón, ha repetido el éxito de hace unas semanas en la Biennale, y ha conquistado también al público español. Sin rodeos, la película nos sitúa en un dramático motín en el que un guarda novato de prisiones deberá hacerse pasar por preso para salvar la vida. Este notable thriller carcelario ofrece continuamente momentos de altísima tensión, y aunque el uso de los flashbacks sea algo torpe y al final se amenace con agotar en demasía al espectador, allí está siempre ese bote salvavidas de lujo llamado Luis Tosar. De mirada intensa y voz rasposa, el actor gallego interpreta al cabecilla de la sublevación: Malamadre, un personaje que será recordado durante mucho tiempo. Siempre intimidante, se hace el silencio en el gallinero cuando él está en escena, ya que con su ingeniosa labia popular, lleva el control no sólo del centro penitenciario, sino de la película en general. Un gran antihéroe para una película muy bien llevada, y que está llamada a ser una de las obras a tener más en cuenta de la temporada.

Como había mucho cine todavía por llegar, nos hemos refugiado durante casi hora media en el coloquio que tenía a Chan Wook-Park como protagonista. Desde la sala Tramuntana, el reverenciado director, que ayer presentó 'Thirst', ha mantenido una charla sobre su cine con fans y prensa. Algo tímido pero siempre sonriente y muy respetuoso (nunca ha escatimado aclaraciones a la hora de responder), ha desvelado algunos detalles de su particular forma de gestar sus películas, y ha confesado que por primera vez en su carrera, no tiene en mente ningún proyecto que realizar. Por el contrario, sí ha declarado que está decidido a producir la nueva película de otro gran cineasta: Bong Joon-Ho. Entre traducción y traducción, se oían constantes chillidos de histéricas niñatas... y es que en el piso de arriba se estaba llevando a cabo una presentación de 'Luna nueva'. De buena nos libramos.

De lo que no ha habido manera escapar ha sido de 'Summer Wars', enésima prueba de que el sector otaku, en cierta medida se ha adueñado del certamen. El filme animado de Mamoru Hosoda nos narra las fechorías de un hacker informático que, con sus constantes boicoteos a la red social virtual más importante del mundo, amenaza con volatilizar los cimientos del país del sol naciente. La peculiar mezcla entre animación renderizada por ordenador y la más tradicional, consigue buenos efectos en las escenas de lucha, pero el resto cae en el más profundo desinterés. Buena parte de la culpa la tiene el insulso drama familiar que ocupa demasiado tiempo en la cinta. Pero no me hagan caso, porque la etapa anime ya hace tiempo que me caducó. Eso sí, el público ha salido hablando las mil maravillas del producto. Será que ya me hago viejo.

El premio Màquina del Temps concedido a Herschell Gordon Lewis, el apodado como “padrino del gore”, ha precedido la proyección de la polémica 'Grace', del debutante Paul Solet. Àngel Sala ya advirtió hace una semana que los niños tendrían un papel de peso en la actual edición del festival, y ésta ha sido una clara muestra. Porque, ¿qué me dicen de un bebé que nace muerto, resucita a los pocos minutos de salir del útero materno... y además sólo se alimenta de sangre? This is Sitges, my friends. A ver animaladas como esta hemos venido, ¿no? Y si hay desmayos en la sala, mucho mejor. Habrá quien encuentre repulsivo el argumento, habrá quien por el contrario, considere estimulante esta macabra visión del amor maternal. Donde no debería haber tanta discordancia es en aplaudir la labor de Solet tras las cámaras. Elegantemente y con contención -excepto en el ridículo epílogo- que no renuncia al espectáculo, se presenta el americano, que ya enseña maneras de director experimentado. Habrá que seguir de cerca su carrera.

Otro premio, el Nosferatu otorgado al actor Jack Taylor (que ha mostrado una gran comunión con el respetable) ha sido la antesala de la gran sorpresa del día: la griega 'Dogtooth'. En ella, Giorgios Lanthimos presenta a una familia sin igual. El autoritario padre crea una “jaula de oro” para su querida familia. Él es el único que puede salir de la casa, y continuamente adoctrina/domestica a sus hijos adolescentes, creando alrededor de ellos un mundo increíble, donde por ejemplo los gatos son el depredador más temido, donde Frank Sinatra ejerce de abuelo y donde la palabra “teclado” se refiere al órgano sexual femenino. Pura extravagancia, un bombardeo esperpéntico que por exageradamente surrealista, invita constantemente a la carcajada. La desternillante propuesta ha cogido desprevenido a todo el mundo, y no sería extraño verla recoger el domingo que viene algún que otro premio.

Mañana más.

por Víctor Esquirol Molinas

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