Día 1: Francia sigue muy presente
Parecía que el verano no acababa, y con ello los últimos meses prisioneros del calor se alargaban como un aumento de condena. Ha sido llegar noviembre y los grados han bajado un poco más, trayendo consigo la noticia favorita de todos los cinéfilos de la ciudad de Sevilla: Que volvía el SEFF. Regresa el Festival de Cine Europeo de Sevilla a engalanar la capital andaluza, aromatizando esta de un cine venido de una industria en clara forma como la europea. 19ª edición del certamen, y por segundo año consecutivo (el año pasado fue 'Paris, distrito 13'), la película inaugural era una francesa.
La escogida sería 'Los hijos de otros', de la directora Rebecca Zlotowski, y es gracias a la madurez con la que esta última dialoga sobre la maternidad lo que vuelve sensacional a la película. Hay un excelente criterio en su forma de articular sus propias opiniones en la película, en su percepción de las relaciones y de la cuestión del embarazo. La cinta marca de categoría los subtextos, desde cuestiones sociales como el fracaso estudiantil y la responsabilidad que tiene la enseñanza en ello hasta aspectos fisiológicos como la menopausia, y nunca se posiciona: Fomenta varios debates sin sonar sentenciadora.
Todo esto es mucho más fácil de contar con una actriz de la envergadura de Virginie Efira. La francesa aquí ofrece un personaje de muchos matices, desembocando todos estos en algo que a ella parece salirle con suma sencillez: Perderse en la mirada, ya sea por puro gozo, por profunda pena o por evasión instantánea. Debería ser incuestionable su candidatura a ganar el premio a la Mejor Actriz del festival, y eso que solo se llevaba una mañana transcurrida del festival. Ese ha sido el nivel.
La primera sesión de la tarde ofrecía suculentas alternativas. Una de ellas era la última película de los hermanos Dardenne, ganadora del premio al 75º Aniversario en el pasado Festival de Cannes. Algunos dirán que es pornomiseria, otros que es melodramática y otros que es arrebatadora. 'Tori y Lokita' confirma que los Dardenne son cineastas interesados en la visión impactante del mundo, por mucha arena que levanten proyectando esa mirada. Película muy incómoda y ciertamente cuestionable.
La película resulta más convincente cuando se vuelve un thriller en su últimos 15 minutos, y mucho más divisiva cuando retrata el drama de la inmigración ilegal. Si a este cóctel molotov de vehemente tono de denuncia se le suman aristas tan peliagudas como el abuso sexual o la explotación infantil, el cine se vuelve desafiante. Cuesta mirar varias escenas, algo que también provoca la ya habitual monitorización de los personajes en el cine de los Dardenne. Deslumbrantes debuts los de Pablo Schils y Mbundu Joely, corazón, mente y alma de toda la película.
Después de dos películas seguidas provenientes del mismo lugar de Europa, tocaba el turno de visitar Egipto con una obra que desde el título ya incitaba a mostrar interés por ella, algo que esta no aprovecha del todo cuando se desarrolla. Es difícil sobreponerse a un montaje tosco que interrumpe una narración incapaz de encontrar fluidez, pero 'Conspiración en El Cairo' está muy cerca de dejar estos errores como irrelevantes gracias a un guión sólido y de aroma hollywoodiense. Aquí había visos de un enorme thriller.
Las transiciones son demasiado cortantes y bruscas, sin ninguna delicadeza. Que la película roce las dos horas y nunca subsane este error es una losa muy pesada que afea un muy estimulante juego de espejos, con ecos de lo que Ron Howard despliega en 'Ángeles y demonios', entre los poderes claves de Egipto: Religión y estado. Impresionante por cierto el reconocer casi de manera milagrosa a Fares Fares en esta película. Desconocida totalmente la faceta versátil de este habitual secundario del cine de acción USA.
La última película de la jornada tenía otra vez a Francia como uno de los ejes centrales, aunque en la cinta se hablase más en inglés y esta tuviese muchísimo exterior noruego durante su rodaje. Emily Atef presentaba en este SEFF 'Plus que jamais', aunque lo hacía sin la debida advertencia con la que la película debería venderse: La de emocionalmente peligrosa. Vayan con un arsenal de clínex al pase que tengan de la película, quien avisa no es traidor. Cinta descorazonadora que se sobrepone a la ética de su propuesta existencialista para culminar en un final que es un cuchillo directo a la garganta. Para más inri, el filme supone el adiós definitivo a Gaspard Ulliel, tristemente fallecido el pasado mes de enero.
El despliegue físico de Vicky Krieps para interpretar a un personaje en continúo reencuentro con la vida es la nota dominante de una película sin miedo a réplicas morales, quizá demasiado empeñada en justificar a personajes alargando el relato, pero que cala muy hondo. Es ese tipo de cine que allana terrenos para conversar sobre las relaciones y sobre la potestad de un ser humano sobre su propia vida más allá de su círculo afectivo. Mucho mejor en su segunda mitad que en la primera, fruto también de una especie de conexión naturalista al rodar en exterior y fuera de casa.
Un notable primer día del SEFF, sin ninguna decepción, con películas estupendas, difíciles, intrigantes y muy emotivas, y con la sensación de que Sevilla vuelve a ser cuna del cine festivalero durante los próximos 8 días sin contar el de ayer. Para la jornada de hoy, varios platos fuertes entre los que destacan la última excentricidad de Ruben Östlund, el Gran Premio del Público en Venecia o el trabajo más reciente de Pietro Marcello. ¡Ya huele a cine en Sevilla, y cuántas ganas había de clamarlo a los cuatro vientos!
That's what I say.
Por Jesús Sánchez Aguilar
@JesAg_
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