Ecuador de este SEFF superado y el nivel, en contraste con el del año pasado por estas fechas, es bastante mejor, olvidando el par de decepciones de los dos primeros días. La Radio y Televisión de Andalucía (RTVA) apretaba la agenda de este martes 10 al programar para las 20:30 la proyecciones especial de una de las películas sonadas de San Sebastián, 'La novia', pero eso sería más tarde.

Miguel Gomes, director portugués, era el elegido para abrir boca en un día que, mirando con detenimiento el calendario, sirve como etapa de descanso entre las proyecciones para aquellos a los que se les haya pasado, olvidado o dejado atrás algunas películas que tenían marcadas como pendientes. El SEFF se preocupa por sus espectadores y ofrece varias oportunidades de visionados de sus películas, y da la sensación de que este martes era un día propicio para ello.

Gomes, en un tríptico abismal sobre la Portugal más decadente, presenta como primer ejemplar 'Las mil y una noches: Vol. 1, El inquieto', en una de las películas más indefinibles e indeterminables que se recuerdan. No se puede etiquetar ni establecer un canon de referencia con ella, porque la película es tan singular que transgrede, y es tan peculiar que viola la percepción que se tiene de una película como tal. No se puede ver ni juzgar de manera normal a cualquier otra cinta, pues no se ha visto nada similar antes.

Amén de un prólogo que no interesa nadie y que hastía, hay, después de rebuscar un buen rato en el baúl de la memoria, cierta similitud con lo que Damián Szifrón lograba en 'Relatos salvajes', aunque la diferencia principal es que al argentino, por el contrario del portugués, no la salía la jugada sumamente grotesca. La acidez con la que Gomes denuncia y se queja de la situación institucional portuguesa es lo más remarcable, pero sus cuentos son racionalmente histriónicos. Por mucho que se pretenda, no se puede tomar nada en serio de lo cuenta, ni siquiera cuando se pone dramático.

Después del momento WTF?! de este festival, tocaba desplazarse y dejar el cuadro de mandos del SEFF para ocupar un asiento del coqueto Teatro Lope de Vega, donde, gracias a la gala RTVA, se iba a proyectar de forma especial la película 'La novia', de la directora Paula Ortiz. Antes del visionado de la película, se hacía entrega de dos galardones que homenajeaban la trayectoria de dos profesionales de la industria. Uno es Gervasio Iglesias, productor de cine inmerso en proyectos de un éxito innegable para crítica y taquilla, y la otra es Inma Cuesta, una de las caras más reconocibles del cine español en los últimos años y una joven profesional con una trayectoria dilatada en el gremio interpretativo. Todo esto culminaba con la proyección de la película, y qué película.

'La novia' es la piel estremecida de Federico García Lorca si levantase la cabeza y viese qué ha hecho Paula Ortiz con su “Bodas de Sangre”. Con una fotografía alucinante, de una preciosidad estética indescriptible (bestial trabajo de Migue Amoedo), y con una Inma Cuesta eterna que capitanea un elenco que tiene a la metáfora por bandera, la película es el mejor producto español del año y uno de los ejercicios más poéticos y bellos de este 2015.

Una película que desgarra desde el más acérrimo de los amores, que solloza y se estremece entre los parajes desérticos de la comarca de Los Monegros y que aprieta y asfixia en la bella pero sin alma región de la Capadocia turca. Una adaptación contemporánea de una de las obras más laureadas y preciadas del poeta sentimental por antonomasia, y que tiene por Inma Cuesta a la imagen y voz de uno de los más bellos y duros cuentos de Destino y romance hechos en toda la historia.

El SEFF hoy ha regalado más que una película un recuerdo, de esos imborrables que son como citas, besos o abrazos que no se van de nuestra mente. Seguramente, todas las personas que se han dado cita en el Lope de Vega para presenciar la proyección y que, curiosamente, estén leyendo estas líneas, están con las mejillas cerca de los ojos, sonriendo, empatizando con esta crónica. Que viva el cine, y que viva Lorca.

That´s what I say.

Por Jesús Sánchez Aguilar
@JesAg_