Capítulo I - No quiero ser, irracional
Comenzó lo que para unos cuantos, suficientes y/o bastantes es una costumbre anual, el Festival Internacional de cine de San Sebastián en su 63 edición. Para algunos más pronto, para otros algo más tarde; para algunos (dicen que) con un tal Alejandro Amenábar, para otros con otra costumbre anual como es "la nueva película" de Woody Allen.
Aunque lo de Allen tiene tanto de costumbre como a la vez de rutina, con 'Irrational Man' erigiéndose como "otra más" de su filmografía. Agradable, entretenida y ocasionalmente chispeante según las normas de la casa, pero al mismo tiempo de una escasa transcendencia lastrada por la evidente (y molesta) sensación de ser un título sin ambición alguna; de compromiso; anecdótico.
No cabe duda que Allen sabe perfilar sobre el papel argumentos, situaciones y personajes como nadie, pero también que la auto-impuesta necesidad de hacer una película anual parece impedirle a menudo concretar, redondear o rematar las faenas, como sin ir más lejos es el caso. Por valer puede valer ante los menos exigentes, por qué no, y por supuesto, pero se echa en falta un mayor empaque, no tanto en el resultado final como en la voluntad de la propia propuesta.
También se echa en falta algo en 'Mi gran noche', mesura, y un poco de sentido común, también. Mientras a Enrique Cerezo se la suda, Álex de la Iglesia se vuelve a desmelenar "le pese a quién le pese" con una producción muy loca, pretendidamente cafre... pero no siempre para bien o en el buen sentido, necesariamente: De hecho, está tan pasada de rosca que su excéntrica irregularidad y los constantes vaivenes de un guión deslavazado agotan mucho antes de lo debido, pasando de un inicio harto prometedor a un tercio final bastante disfuncional, carrasposo y de escaso impacto.
Ya empieza a ser también una costumbre: se agradece la gallardía y la propuesta a nivel conceptual, el espíritu gamberro o la presencia en cuerpo y alma del diabólico Raphael, pero el director vasco de un tiempo a esta parte carece de medida, se dedica a no más que soltar sus fobias a lo bruto (y sin necesidad de darles un valor) y se vicia con los mismos males de la franquicia de Torrente, como tirar en exceso de amigotes y de un humor facilón, burdo y por supuesto, "cañi". El resultado, sin ser malo, si se queda a medio gas y lo que es peor, deja la insidiosa sensación de estar bastante desaprovechado.
También empieza a ser una costumbre, para variar, y para bien, que nos gusten tanto las películas de Denis Villeneuve. Último capítulo, 'Sicario', un thriller fronterizo con aires a 'La noche más oscura' que en malas manos podría haber acabado siendo un subproducto digno de Nicolas Cage, pero que gracias tanto al realizador como a su reparto, consigue sobresalir en un contexto tan explotado como la lucha contra la droga merced a su enorme carácter cinematográfico (cortesía de Roger "No es país para viejos" Deakins).
Estilizado, seco, contundente, convincente. Cocido a fuego lentísimo para que fluyan los matices, lo que categoriza a la confirmación de Villeneuve como solventísimo todoterreno es su excelente pulso narrativo, el cual viste con una perpetua sensación de tensión e incertidumbre un filme que, en realidad, resulta bastante simple y cuyas revelaciones no suponen ningún cisma, si bien alcanza grandes cotas de efectividad merced a su estupenda apuesta estilística. No hay mal que por bien no pueda venir... ¿no?
Continuará...
Por Juan Pairet Iglesias
Era complicado hacer un top 3 con lo que había visto... y si bien la película no me entusiasmó, si es cierto que le veo futuro a Philippe Lesage.
De la sección oficial sólo me gustó menos Eva no duerme.