La Berlinale abre con 'Isla de perros', la última joya de Wes Anderson
El director americano, acompañado por una buena representación del reparto de actores que dan voz a sus personajes de animación, presentó su película durante el primer día del festival. Con altas expectativas (después de las buenas críticas que recibió por 'El Gran Hotel Budapest' (2014)), con ciertas dudas (por volver al formato de animación que sólo había experimentado con 'Fantástico Sr. Fox' (2009)), y en un ambiente casi familiar (siendo un asiduo del festival alemán) el director logró una vez más cautivarnos con sus historias fantásticas, su exquisito gusto estético y su maestría en la dirección.
'Isla de perros' rinde homenaje tanto al cine de animación japonés (Akira Kurosawa y Hayao Miyazaki fueron autores mencionados por el director) como a la historia del cine en general, que usaba modelos a escala para grabar ciertas escenas. La película, hecha principalmente a base de maquetas y con la técnica del Stop motion, rehúye de los efectos digitales u otras técnicas más modernas (CGI) para sacar el máximo partido a la animación. "Me encantan las maquetas" comentaba el director, mientras explicaba su intención de hacer una película tranquila (del inglés "quiet"), adjetivo que encaja perfectamente en su filmografía hasta el momento, tan caracterizada por las imágenes excepcionales y los detalles, por la riqueza visual que requiere una cierta predisposición a la contemplación.
Sin embargo, que nadie piense que esa tranquilidad es un sinónimo de aburrimiento: Wes Anderson logra con este nuevo formato un ritmo narrativo trepidante. La estética nipona, presente no sólo en la ambientación de la historia (situada en un Japón atemporal) como también en la combinación de imágenes con gráficos, nos ofrece una mezcla de gran riqueza y originalidad, de camino entre el cine y el cómic, donde contar una historia en movimiento incluye imágenes y palabras, y donde la acción no excluye la importancia de los silencios.
Ante la pregunta que le hicieron sobre cuál es el mayor desafío de hacer una película de animación, el director respondió que para él es encontrar una buena historia que funcione. Más allá del formato, la magia de toda película recae en la historia. En esta, partiendo de una isla llena de basura donde viven perros, la búsqueda y el reencuentro familiar (tema recurrente en su filmografía), así como la política y la responsabilidad social, toman unas nuevas dimensiones y dotan de contenido una historia universal, donde todos debemos encontrar nuestra voz.
por Aina Riu
@ganiveta_online
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