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Bombardeo de dramas sociales

Vía Festival de Berlín por 13 de febrero de 2011
Es algo así como una norma universal no escrita de estas grandes ocasiones. No consta en ninguna parte, pero siempre nos encontramos lo mismo. Tarde o temprano, en cada gran festival cinematográfico, acabamos topando con una jornada que incita a cortarse las venas. Puro sadismo de los programadores, que no se sabe cómo, pero siempre se las ingenian para que en un día se acumulen todas las desgracias humanas imaginables. En Berlín, esta jornada fue la segunda.

El día empezó fuerte con 'Yelling to the Sky', de Victoria Mahoney. ¿Se acuerdan de 'Precious', una de las sorpresas indie del año pasado? Pues todo en esa cinta rezuma a al -sobrevaloradísimo- último trabajo de Lee Daniels, basado en la novela de Sapphire. Adolescente afroamericana cuya principal ocupación es recibir maltratos varios allí donde va. En el hogar, en la escuela, en la calle... todo el mundo la odia, y no es bienvenida en ningún lugar.

¿Les suena? Si no es así, allí está Gabourey Sibide (exacto, la protagonista de 'Precious'). Resultado de la experiencia: una saturación de miserias que, como suele pasar en estos casos, produjo en el público el efecto contrario deseado: lágrimas... fruto de las carcajadas. Mala señal.

Con 'Schlafkrankheit' (que traducido sería ''la enfermedad del sueño'') el nivel subió ligeramente. Película pequeña, de no muy altas pretensiones, centrada en la vida de un doctor extranjero en tierras africanas. Quizás sea por la falta de grandes ambiciones y por la sensación de veracidad que desprendía el conjunto, que la película escrita y dirigida por Ulrich Köhler consiguió conquistar más al público, que a pesar de todo, no mostró excesivo entusiasmo cuando terminó la proyección.

Y por último, ahí va otra regla no escrita de estos certámenes... no se sorprendan si el filme que más simpatía levanta es el que justamente no está luchando por los grandes premios. Fue el caso de 'Almanya - Willkommen in Deutschland', filme de Yasemin Samdereli que sigue las andaduras a lo largo de 45 años de una familia de inmigrantes que llega a Alemania cargada de nuevas esperanzas. ¿Por qué podemos considerarla como la gran triunfadora de la segunda jornada de esta Berlinale? Fácil, porque llegados a estas alturas, los espectadores ya estaban desbordados por historias dramáticas. Ésta tenía toda la pinta de ir por los mismos derroteros... pero los diversos apuntes cómicos ayudaron a aligerar la tensión acumulada a lo largo del día... y a que por fin se oyeran aplausos en Berlín, que ya iba siendo hora.

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