'X-Men: Fénix Oscura' - El sueño de una noche de verano
Este texto, más que una crítica va a ser un intento desesperado por justificar una nota: Ese siete que le puse a 'X-Men: Apocalipsis' hace tres años, y ese mismo siete que le puse a 'X-Men: Días del futuro pasado' hace cinco. La misma nota que me he sentido obligado por las circunstancias a ponerle a esta 'X-Men: Fénix Oscura' que no es ni más ni menos que más o menos lo mismo. Es lo que hay, lo que pasa cuando no hay futuro. O porque no lo hay, o porque no lo han sabido buscar o no lo han podido encontrar, que da lo mismo.
Y la franquicia de 'X-Men' no tiene futuro... aunque si un pasado. Un pasado que ayuda a que más que una opinión, se trate de un estado de ánimo. Pero no, tampoco me voy a dedicar a repasar los antecedentes de sobra conocidos por todo aquel que aún está interesado en los 'X-Men' de la 20th Century Fox. Los X-Men de la 20th Century Fox, repito. En total siete películas (sin contar las de Lobezno y Deadpool) que dan forma a un conjunto tan deslavazado en su narrativa como a la vez homogéneo en sus resultados.
'X-Men: Fénix Oscura' es una más de una franquicia que no se ha constituido a través de grandes películas, sino a través de un puñado de grandes escenas. De momentos inspirados para relatos que por lo general, no han estado especialmente inspirados. De una narrativa irregular supeditada, en líneas generales, a esos momentos en los que los efectos especiales dan vida a los poderes de los distintos mutantes. De una suma de ideas, película a película, de un discurso vital esclavo del sueño de una noche de verano.
'X-Men: Fénix Oscura' es básicamente más de lo mismo. Más "de lo de siempre" en todos los sentidos marcado con el aprecio o desprecio que cada cual arrastre a lo largo de todos estos años. Acción a secas; frases sentenciosas; buenos con dudas y malvados de una sola pieza; títeres con poderes saldando sus diferencias como los de Bilbao, a hostias. Una excusa como otra cualquiera para que los del departamento de efectos especiales hagan su agosto puliéndose el 50% de su presupuesto en alfombrillas para el ratón.
Más de lo mismo, pero en plan bien y resultón para quién esto suscribe, alguien que se acerca a una de X-Men con las expectativas tan justas como para que todas ellas le distraigan a su manera... al menos a la primera, que a la segunda no es extraño que se quede por ver. Entretenimiento sencillo, de la A a la C pasando por la B, mayormente físico y cuanto menos a ras de suelo, una cualidad no del todo bien ponderada en un género empeñado en los dobles digitales, la épica y en que la Tierra se le quede pequeña.
Emocionar, lo que se dice emocionar... siempre hay alguna escena que lo hace, película de los 'X-Men' ninguna. Y 'X-Men: Fénix Oscura' no es la excepción, si acaso el remache de una franquicia que en contra de lo que cabría esperar, apenas si ha evolucionado desde la primera vez que Charles Xavier y Erik Lehnsherr se vieron las caras en pantalla. Eran otros tiempos, tiempos en los que eran pioneros y el mundo aún era de los héroes de acción que usaban los efectos digitales para borrar cables y no para sustituirlos a ellos.
Justificando lo que ahora no encuentro tan justificable (pero intento justificar igualmente), 'X-Men: Fénix Oscura' funciona con la simplicidad de un reloj de aguja, también con su simpleza. De manera digamos funcional y sin que ningún intérprete muestre más interés que el necesario para quedar bien en plano. De un claro perfil bajo, prácticamente de relleno y puramente rutinario que choca con una inversión ya sí que muy a lo Disney que -según dicen- supera holgadamente los 200 millones de dólares.
No lo negaré: 'X-Men: Fénix Oscura' está hecha sin pasión, sin asumir riesgos y por cumplir. Pero también con suma corrección y lo más importante, es plenamente consciente de que no hay más camino por recorrer. El epílogo de un legado que nos ha dado más posibilidades que resultados, más momentos que películas, más ideas que sueños. Y en ese sentido no es ni más ni menos que esa imagen, concepto o estado mental de "los X-Men de la 20th Century Fox" que ya estaba plenamente consolidada antes de su llegada.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Parece mentira, pero sí. La saga de X-Men que empezó en el año 2000 ya se acabó, y lo hizo de la peor manera posible gracias a los tejemanejes de los estudios.
Lo que Patrick Stewart, Hugh Jackman, Bryan Singer y compañía empezaron a cimentar hace casi veinte años, que se dice pronto, resulta que acaba en una adaptación de 'Fénix oscura' que ha sido estrenada en el cambio de manos de Fox hacia Disney y que ha dado la sensación de que era un trago que había que pasar más que dejar el listón por todo lo alto como broche final.
¿Estoy enfadado? No. ¿Estoy decepcionado? Sí. Me decepciona que esta saga que ha aportado su granito de arena para aupar a los superhéroes a ser el subgénero que es hoy día olvidando adaptaciones del pleistoceno que era para sacarse los ojos y que se reinventó notablemente con 'X-Men: Primera generación' termine con una película de menos de dos horas con una resolución a toda prisa y encajada por la fuerza, una villana de risa (desaprovechadísima Jessica Chastain) y una historia muuuuy lejos de lo que podría haber sido (si bien creo que volver al arco de 'Fénix oscura' para terminar era algo redundante) si esta cinta se hubiese respetado. Lamentablemente, no ha sido así.
Ha conseguido entretenerme y los efectos especiales están como se cabe esperar de una producción de estas características, mas en la conciencia (si la tienen) de quienes permitieron esto el que una saga veterana se despida del público de una forma pobre.
Y ahora viene Disney, que Stan Lee nos coja confesados.
5
2/10
Entiendo que la saga esté perdiendo todo el interés. Necesita cambios, se siente vieja y cansada.
Un 5.