'Verano 1993' - Hola, chata, ¿como estás?
Algo así como ver jugar a los niños del vecino.
La "morriña", ese sentimiento contra el que tenemos que luchar a medida que vamos creciendo y nuestra vida va pasando de un lado a otro de la balanza. Un sentimiento que no logra despertar este Verano de 1993, película eso sí algo más que correcta. Bastante más que correcta si tenemos en cuenta que se trata de una ópera prima.
La cinta presenta pocas sorpresas, en uno de esas películas en la que "prácticamente" no pasa nada salvo el tiempo; o en las que no parece que pase nada... salvo la vida, por supuesto, y el verano de 1993 para un par de jóvenes muy jóvenes que aún, por suerte para ellas, les queda para conocer ese sentimiento llamado "morriña".
Como sustento, además de la impecable naturalidad de una cría de seis años, la sutileza de Carla Simón, guionista y directora debutante virtualmente desaparecida tras las cámaras (en el mejor sentido). Como contrapeso, el silencio de esa misma sutileza sin manufacturar, tan pura como a la vez ahogada en nuestros propios sentimientos.
Un equilibrio sobre el borde de un folio equivalente levantarse por un lado u otro de la cama. Porque el problema, en resumen, es que por mucha naturalidad que aporten sus dos niñas protagonistas no deja de ser, en última estancia, como ver jugar a los niños del vecino. Salvo quizá, quién sabe, haya sido usted uno de los hijos del vecino.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Me he quedado igual. Cuando algo no arraiga, no arraiga.
Un 5 porque tampoco es mala
Sí, se entiende la última escena; tanta frialdad en Frida no era normal. Tenía que reventar por algún lado.
Un 6.
Nota: 2 (y por detalles técnicos, que casi le endiño el 1)