'Utoya. 22 de julio' - Aquí y ahora, este momento
El 22 de julio de 2011 en Oslo, a las 15:26 hora local, se produjo una fuerte explosión cerca de la oficina del por aquel entonces primer ministro Jens Stoltenberg. Una zona donde se congregan casi todos los edificios gubernamentales, siendo la sede del Ministerio de Petróleo y Energía el edificio más dañado. Unas dos horas más tarde, más de 500 jóvenes reunidos en un campamento de verano en Utøya, una pequeña isla cercana a la capital de Noruega, fueron atacados indiscriminadamente por un hombre armado que iba disfrazado de policía.
Esto lo sabemos ahora, que no fue ni un accidente ni nada fortuito, junto con todo lo demás que vino a continuación y que ya no me voy a molestar en mencionar. No importa, es irrelevante para lo que ahora nos ocupa.
Que es el aquí y ahora. Este momento.
'Utoya. 22 de julio' es una película de ficción inspirada en hechos reales que gira en torno a Kaja, una joven de 18 años que ha acudido junto a unos amigos a un campamento juvenil político. La película comienza con la chavalería allí presente atónita ante lo que podría ser un atentado en Oslo, intentando tranquilizar a sus respectivas familias y amigos. "No os preocupéis, estamos lejos del lugar de la explosión", les dicen... De pronto, la calma y el buen rollo se desvanecen cuando se oyen varios disparos a lo lejos y la gente empieza a salir corriendo en todas direcciones.
A partir de este momento seguimos a Kaja, minuto a minuto, cámara en mano, en tiempo real, mientras intenta sobrevivir en medio del caos a una situación irracional que no sabe de dónde viene ni a cuento de qué viene.
Es comprensible por qué Erik Poppe, que durante muchos años fue reportero de guerra, decidió filmar 'Utoya. 22 de julio' en un único plano de unos 90 minutos de duración. Pero aún es más curioso como convierte a la propia cámara en un personaje desorientado a través de movimientos "torpes y sucios" que, en teoría, revelan la existencia de un operador pero que en la práctica, pervierten la sensación de falsa realidad presente en la ejecución virtuosa de un plano secuencia. Esto es, que captura la sensación de ser un reportero de guerra en pleno conflicto armado.
De ser una persona, no una cámara. De ser nosotros, nosotros mismos. Aquí y ahora, en este momento.
Es una de las muchas acertadas decisiones que presenta esta película, más contundente por lo que transmite que por lo que en realidad muestra que, como la vida misma, no es de la misa ni media. En la línea del 'Polytechnique' del hoy de sobra reconocido Denis Villeneuve, Poppe acierta a la hora de despojar a la narración de todo lo demás y concentrarse en el aquí y ahora, en ese momento. Ese momento en el que no hay contexto y nadie sabe nada. El caos en su esencia más humana, el miedo en su estado más primario: Entre la incomprensión y el desconocimiento.
Sólo la relativa irregularidad inherente a un relato de este tipo, así como un innecesario epílogo, mediante rótulos, que rompe su discurso primario en favor de una proclama política, privan a 'Utoya. 22 de julio' de una contundencia mayor. La que logra de manera aislada en sus mejores momentos, aquellos en los que el silencio -roto a tiros- se adueña de nuestras almas. Sin efectismos gratuitos, un por qué o un villano. Que la vida no viene acompañada con música de John Williams. Tratando de acercarnos a un día que nunca podremos olvidar, pero que difícilmente podremos entender.
Porque la vida es este momento, aquí y ahora. Todo lo demás es "lo demás" cuando se trata de sobrevivir. Cuando se trata de pagar el precio por esta vida que hasta entonces, hasta ese momento, aquí y ahora, nos han regalado.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex