'The Great' - El bello y las bestias
'La favorita' hecha serie, o algo que se le pueda parecer. Que de hecho se le pueda parecer mucho. Y si lo parece no es por casualidad, pues de eso parece que se trata, básicamente. En esencia, y en la práctica. Sin esa rebaba personal del realizador Yorgos Lanthimos que tanto nos recordaba a Stanley Kubrick, pero con la firme y sólida impronta de una gran producción televisiva digna de la corte de un Rey. De Rusia se supone, aunque nos lo tengan que decir a menudo para que no lo olvidemos. Porque más que rusos parecen británicos.
Muy británicos.
'The Great' es un drama satírico, eminentemente cómico sobre cómo una tal Sofía Federica Augusta von Anhalt-Zerbst llegó a ser más popularmente conocida como Catalina la Grande. Por encima del cadáver, o de la persona de Pedro III de Rusia, por supuesto. Una producción libremente inspirada en hechos reales en la que cualquier parecido con la realidad puede ser tan puesto a prueba como en una película de Quentin Tarantino; o como sin ir más lejos, en 'Malditos basterdos' o 'Érase una vez en... Hollywood'. No es casualidad, tampoco una necesidad.
Que aquí, en suma, hemos venido a lo mismo a lo que van los que van a 'El hormiguero', a divertirse. Como sin duda se divierte Nicholas Hoult en el alegre papel del mencionado Pedro III, un argumento bastante a favor sobre el por qué la Monarquía no debería de ser hereditaria. Como también seguro que se divierte Elle Fanning, ya que entramos en el debate un argumento a favor en este caso sobre por qué es mejor que sea hereditaria. En el fondo ambos son dos caras de una misma moneda. En realidad, ambos siguen siendo simples mortales.
Es quizá el debate más interesante que propone 'The Great' aunque esté un tanto de fondo: Todos quieren estar cerca del poder pero nadie quiere hacerse responsable. Ni todo el mundo es consciente de lo que supone, ni mucho menos está preparado para ello. Por decir algo que en realidad la serie no tiene ni necesita por qué contar: Es una sátira, ni necesariamente realista, ni necesariamente trascendente en mayor medida que la oportuna. Como si 'Veep' hubiera tenido alguna intención en convertirse en la otra cara de 'El ala oeste de la Casa Blanca'...
Una sátira elegante, ligera y altamente deliciosa enmarcada en una época de la historia en la que todos parecen británicos, incluido estos rusos tan en apariencia poco rusos. No hay que ser puristas. No hay que tomársela en serio, no más de lo... oportuno. Al fin y al cabo hasta en 'Versalles' la lengua materna era el inglés, como lo es en una 'The Great' que podría pasar por una serie de la BBC si no fuera porque los ingleses parece que no tiene sentido del humor para estas cosas. Y ya, ya sé que lo tienen. Pero sigue sin parecer que lo tengan.
En fin, 'La favorita' hecha serie, o algo que se le pueda parecer. No por casualidad el guionista de aquella, Tony McNamara, es el creador de esta producción cuya primera temporada es todo un placer, en una acertada, ácida, inteligente y vigorosa sátira -que no comedia ni mucho menos drama o thriller de época- sobre como las cosas de palacio... son, fueron o pudieron ser. Una sátira que, como prueba de su acierto tonal y espiritual, lo reduce casi todo a una panda de oportunistas, codiciosos... o insensatos. O como si 'Silicon Valley' se desarrollase en 'Versalles'.
Y fueran todos muy británicos, por supuesto.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Un final de ciclo a todas luces prematuro pero bien ejecutado por un McNamara que demuestra de nuevo que tiene talento de sobra para afrontar incluso una situación tan incómoda como la presente. El tío sabía lo que tenía que hacer, de eso no me cabe duda, aunque otra cosa diferente es que previera que lo tuviera que llevar a la práctica en su tercera temporada, cosa que dudo, dada la incuestionable calidad que aún con esa presión ha demostrado tener.
Un cierre que no ha flojeado ni aún conociendo su destino que bien podría haberse notado con algún tipo de desgana por acabarla o celeridad dejándola en 6 episodios, pero no, este no ha sido el caso. Una profesionalidad admirable a prueba de bomba por parte de todo el equipo. Admirables.
Pero es que incluso para despedirse de nosotros McNamara lo hace con clase con un último baile dirigido al público queriendo sonar más como un "Hasta siempre" que como un "Hasta nunca" en el que interviene Fanning que puso lamentablemente el fantástico broche final donde estuve contemplando como hipnotizado los créditos hasta su término sin creerme todavía lo que estaba sucediendo pero consolándome con el abultado saldo a favor que me ha dejado y que, aún hoy, sigue y seguirá dejando.
Además, un gustazo verla completa acompañado de los comentarios de Soprano y Wancho que han sido la guinda.
Un 10.
Se podría decir Soprano que mi gusto e inclinación por las series y películas de época ha cambiado sustancialmente después de esta experiencia y me alegraría sobremanera que gracias a tu iniciativa otr@s tuvieran mi misma suerte.
P.D.: otro de esos hilos que uno se llevaría a la famosa isla...