'Romance asesino' - ¿Por qué... no?
Tras las pésimas críticas recibidas por su actuación en "la película más cara jamás hecha", una modelo coreana se refugia y aisla en la isla de Qualla, en el Pacífico Sur. Allí se enamora de un encantador, guapo y carismático millonario... que resulta ser un completo capullo narcisista y ególatra. Harta de un matrimonio que la reduce a ser una mujer florero, decide deshacerse de él con la ayuda y complicidad de su joven vecino (y fan suyo).
"Hay una norma para ver esta película: no preguntéis ¿por qué?", comentó el cineasta coreano Wonsuk Lee en la presentación en el Festival de Sitges de 'Romance asesino', una alocada y extravagante comedia musical con toques de thriller que no por casualidad, más se disfruta cuanto menos uno se pregunta... "¿por qué?". ¿Por qué? Pues porque estamos ante una de esas sobreactuadas mezclas imposibles llegadas de Oriente.
Lo tomas... o lo dejas. O conmigo, o contra mí. 'Romance asesino' es una fábula exagerada, bizarra y surrealista rematadamente kitsch que, más allá de algunos temas de fondo, está hecha para no ser tomada en serio. ¿Pero por qué? Porque se trata de dejarse llevar y no preguntarse ¿por qué?, sino ¿por qué no? Lo tomas o lo dejas. Si entras en su juego la disfrutarás como un niño pequeño; si no entras en su juego te parecerá una tontería.
Lo que en esencia es, especialmente si te preguntas... ¿por qué? en lugar de ¿por qué no? Al fin y al cabo se trata de cine asiático de culto instantáneo entre una minoría selecta de paladar ductil y grueso. De una película, en términos netos, sociofestiva y sin complejos culturales que se parapeta en el mismo subterfugio que el cine de por ejemplo Wes Anderson: es como es porque, simplemente, lo es. Porque el cine, al igual que el fútbol, es así.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex