'Remando como un solo hombre' - A por la victoria
Cuando George Clooney dio el salto a la dirección, parecía que estaba destinado a competir por el Oscar de manera asidua. A ser lo que se dice un director de películas "oscarizables". Al menos su segundo trabajo como tal, 'Buenas noches, y buena suerte', parecía respaldar esta impresión. Luego llegaron títulos como 'Ella es el partido', 'Los idus de marzo', 'The Monuments Men' o 'Suburbicon', y aquella aparente impresión desapareció, quizá porque tal vez nunca llegó a ser real. O a ir en serio. Lo parecía porque podía parecerlo.
Así comenzaba mi crítica de 'El bar de las grandes esperanzas', y así he decidido comenzar también mi crítica de 'Remando como un solo hombre'.
Ambas tienen en común que su aroma a cine clásico, intemporal e impertérrito "como el de antes". Ambas, también, tienen en común que se desarrollan dentro de una cómoda y funcional zona de confort "de otra época"; en este caso, de una manera aún más complaciente si cabe. 'Remando como un solo hombre' narra la historia real (adecuadamente acondicionada) de un equipo americano de ocho remeros y su timonel en su épica misión de ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos del Berlín de Adolf Hitler. Más claro, agua.
A las claras: la historia nos la sabemos de sobra. O como si nos la supiéramos, ya que es la misma de tantas otras gestas deportivas narradas desde un punto de vista único: el de los vencedores. 'Remando como un solo hombre' no sorprende ni lo más mínimo, siendo un recital de buena parte de los lugares comunes que recorren este tipo de historias. Un recital algo blandito, sencillo y por supuesto simplista, pero también rematadamente honesto. La historia nos la sabemos de sobra. Clooney también. Y por eso va a lo que va, de frente.
A nada más y nada menos que a por la victoria.
'Remando como un solo hombre' no es desde luego "una película oscarizable"... aunque en otro tiempo lo hubiera podido ser, ya que a nivel audiovisual es intachable y además cuenta con una portentosa banda sonora -otra más- de Alexandre Desplat. Se trata de una de esas películas "de las que ya no se hacen" pero que 20, 30 o 40 años después seguirán funcionando igual de bien (o de mal si lo prefieren) que el primer día. Cine complaciente desprovisto de cualquier profundidad o subtexto que no sea la victoria de sus "héroes".
Cine de esta manera irremediablemente patriótico; más, lo es de una manera tan cordial, afable y educada que se puede adoptar como propio, en otro trabajo acomodado de un George Clooney cuya ambición como cineasta es tan relativamente escasa como tan relativamente efectivas son sus películas. Al menos, cuando ha trabajado para Amazon en 'El bar de las grandes esperanzas' o 'Remando como un solo hombre'; películas que buscan (y encuentran) ser (y resultar) reconfortantes de una manera familiar (y cotidiana).
Podrían ser sendos trabajos acomodados, como también podrían ser el trabajo de alguien tan a gusto consigo mismo como cineasta que no necesita demostrar nada, siquiera a sí mismo. 'Remando como un solo hombre' ni es un reto ni mucho menos un desafío, tampoco para un espectador agradecido por este cálido y reconfortante abrazo equiparable a cuando nos cuentan sólo lo que nos gusta que nos cuenten, en una versión tan buenista y funcional como edificante y resultona. A la segura y obvia comodidad de lo visto, conocido y universal.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex