'Perfect Days' - Now is now
'Perfect Days' es una de esas películas en las que parece que no pasa casi nada. Y efectivamente, así es. En realidad no pasa casi nada. La película sigue la estructurada rutina diaria de Hirayama, un hombre solitario y de pocas palabras que parece totalmente satisfecho con su sencilla, simple y en apariencia aburrida vida de limpiador de lavabos públicos en la ciudad de Tokio.
Una vida llena de música de los setenta, de libros y de cassettes, de fotos de árboles y de comidas en bares de barrio. Una existencia que Wim Wenders recoge con una delicadeza y minimalismo casi invisibles y transparentes, en una tierna y reconfortante oda a los pequeños, intemporales y cotidianos placeres que el mundo analógico y presencial nos ofrece en su día a día.
Más que una historia, 'Perfect Days' es un retrato vitalista de su protagonista, un hombre íntegro y de gustos sencillos que no le pide nada a la vida, más sabe de la importancia de disfrutar del momento, en vivo y en directo, y de valorar las cosas más sencillas de nuestras existencias, las cuales por mucho que nos guste pensar lo contrario son igual de nimias e insignificantes.
Pero no por ello dejamos de disfrutarlas. O al menos como mínimo de intentarlo, cada uno a su manera. Como buenamente se pueda.
Y esta película de Yasujiro Ozu realizada por Wim Wenders es una humilde, pausada y obvia oda a la tan valiosa como irrelevante existencia del ser humano, en una de esas películas en las que parece que no pasa casi nada. Porque así es, porque en verdad no pasa casi nada. Salvo la vida. La nuestra y la de Hirayama, el personaje bellamente interpretado por Koji Yakusho.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Mención especial por supuesto para la gran interpretación de Yakusho que como suele decirse hace suyo el personaje y por extensión la película, su dramática melancolía es algo que ha sabido explotar muy bien a lo largo de su carrera y esta no deja de ser otra muestra más de su talento.
Entiendo que a algunos les parezca un "en esta peli no pasa nada" pero para mi es una pequeña joya hecha que tiene la sencillez y la sutileza como algunas de sus mayores cualidades, sumadas a la citada interpretación, a algunos momentos realmente tiernos y la compañía de temazos de los 70.
Nota: 7'3
Esas películas del "no pasa nada o casi nada" son peligrosas porque se pueden quedar en el preciosismo y olvidarse de transmitir alguna emoción, que para eso es el cine, digo yo. Y aquí lo imprescindible es el protagonista. Es formidable su expresividad utilizando tan pocas palabras (reconozco que en algún momento me ponía un poco nerviosa). La escena final es todo un reto para un actor, transmitir tantas emociones en tan breve tiempo.
A priori puede parecer que lleva una vida aburrida de tan rutinaria, pero va encontrando cada día algún detalle que la hace diferente. Y tampoco parece que le alteren los imprevistos.
Dificilísimo aplicar esa mentalidad del "ahora es ahora", que por otro lado nos haría la vida un poco más llevadera.
Y la selección de canciones, una gozada
Cada día, se convierte en una sucesión de metódicos rituales con los que el Sr. Hirayama alcanza el perfeccionismo en todo lo que hace algo que, siendo japonés, puede parecer normal pero que llama especialmente la atención para el tipo de trabajo que desempeña y la visita de su hermana para recoger a su sobrina no ha hecho sino confirmar mis sospechas.
Quizá me equivoque pero da la sensación que la actual vida del Sr. Hirayama no es la que llevaba hasta hace unos años pareciendo más bien que se dedicaba al lucrativo negocio familiar, seguramente más estresante, cuando llegado el momento (probablemente muchos nos hayamos planteado alguna vez esa posibilidad) prefirió optar por otro camino más sencillo, menos lucrativo pero más sosegado. Esto no significa que el Sr. Hirayama haya olvidado sus lazos familiares como bien demuestra el fundido abrazo con su hermana y su posterior llanto.
Una película llena de matices que Kōji Yakusho consigue que compartamos con él con muy poco diálogo demostrando que su talento es suficiente para transmitirnos sus sensaciones. Su visita a las mismas saunas, restaurantes, su vuelta a casa. Nada sobra y todo aporta por más que lo repita una y mil veces.
Y hablando de sensaciones, Perfect Days llega tanto emocional, visual como acústicamente. Hablando de esto último, por si el Sr. Hirayama no tuviera ya suficientes virtudes, se le puede añadir un exquisito gusto melómano haciendo que Perfect Days se ponga disfrutona con cada trayecto que el Sr. Hirayama realiza en su preciosa y estrecha (perfecta para esas calles) furgoneta.
Furgoneta de un color azul que llama la atención porque, como no podía ser de otra forma, la tiene impoluta y limpia como un jaspe, recordándome al Saab rojo de Drive my car, donde escucharemos en su radiocasete el cuidado score de cintas que con tanto mimo atesora.
Por último, destacar el Komorebi que el Sr. Hirayama practica diariamente, que se refiere al brillo de las luces y sombras que se crea por el movimiento de las hojas en el viento, la luz del sol que se filtra a través de las hojas de un árbol y que solo existe una única vez, en ese momento. Espectacular. Si no os habéis quedado hasta el final de los créditos seguramente os habréis perdido esta deliciosa referencia.
En resumidas cuentas, una mezcla esta Perfect Days que, personalmente, me ha encantado.
Un 9,5.