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'Martin Eden' - Hacerse y romperse a uno mismo

Vía El Séptimo Arte por 17 de diciembre de 2020
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Como cualquier examen de filosofía del instituto, para esta película (y generalmente para toda esta anómala época) es necesario hablar sobre el contexto primero. Sobre todo hay que avisar de lo difícil que es para el que se dedica a esto de la escritura cinematográfica el hecho de plasmar en palabras la impresión de una película que la industria, debido a una pandemia que no deja de asfixiar ni en la época que menos aprieta, ha ido retrasando tanto tiempo, puesto que 'Martin Eden' fue vista en la 16ª edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla, hace ya un año y un mes aproximadamente.

El COVID-19 ha motivado un sinfín de retrasos que el cine ha ido sufriendo en todas sus vertientes y derivaciones, incluso para la crítica cinematográfica, que ahora tiene que escribir sobre películas que pasaron por los cines en tiempos antes del virus, unos tiempos que parecen hoy más lejanos que cercanos. La suerte (y el mérito) de 'Martin Eden' es que es una obra imperecedera que se cobija con mucha nitidez en la memoria, en gran parte por su imponente premisa. Con todo esto, y ya guste más o menos, el huracán que es 'Martin Eden' no hace prisioneros.

La película de Pietro Marcello, de una belleza monstruosa, propone un auténtico survival al espectador que compra su narrativa, y doctora a Luca Marinelli como uno de los mejores actores europeos de la actualidad. Es fácil posicionarse más en su faceta técnica (un acierto que gran parte del metraje esté en 16 milímetros porque aviva aún más esa sensación de época) que en su desarrollo argumental, donde descansa mucha densidad narrativa fruto de un relato con multitud de subrayados.

Marcello adapta la inabarcable obra autobiográfica de Jack London con pausa, cimentando el desarrollo de la historia desde las experiencias del protagonista, ya sea el amor, la cultura, la política o el éxito. El exceso de consistencia del libro condiciona una adaptación que nunca fracasa en su intento y que se alza triunfante como una cinta categórica y perentoria sobre los estilos de vida y la individualización del ser humano, amén de servir como "una profecía del siglo XX", tal y como su director afirmaba basándose en que la novela se escribió en el año 1909.

Marinelli, que ganó la Copa Volpi al Mejor Actor en Venecia el año pasado (por encima del flamante último ganador del Oscar, Joaquin Phoenix), abrasa la pantalla con una interpretación soberbia, llena de cauces y rachas que acompaña con una mirada furtiva. El actor italiano, que hace 2 años ya deslumbraba cuando salía en 'Una questione privata' de los hermanos Taviani (filme que pudo disfrutarse también en el SEFF), tiene tanta fuerza en pantalla que parece que va a descarrilar, pero siempre regresa a esa actitud tan fascinante como misteriosa. Un personaje deslumbrante por el que seguir una historia de monstruosa canalización y de sublime impacto.

En la atípica era en la que el cine se encuentra, llena de aplazamientos, recesos, rendiciones al streaming y cierre de cines, el anacronismo de 'Martin Eden' permite despedir el año con una de las películas más asombrosas que se han hecho en los últimos tiempos en Europa, pero más allá de eso, es una oportunidad franca para ir al cine, para disfrutar de una película en el cine y para volver a sentir eso que solo dicho lugar es capaz de transmitir. Jack London, como si fuese Nostradamus, sabía del peligro del hedonismo contemporáneo y para ello regaló esta bíblica novela, que habla de hacerse y romperse a uno mismo. ¿De qué puede sonar esto...?


Por Jesús Sánchez Aguilar
@JesAg_


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