La última película de Steven Soderbergh nos presenta a Jimmy Logan, un minero desempleado y divorciado que, en un momento de desesperación, se le ocurre un plan muy rebuscado para atracar el circuito del Charlotte Motor Speedway durante una carrera de la NASCAR.

Le acompañarán en esta peligrosa hazaña su hermano manco Clyde, un veterano de la guerra de Irak que ahora trabaja de camarero en un antro; su hermana Mellie, una peluquera obsesionada con los coches; y el excéntrico experto en demoliciones Joe Bang...

'La suerte de los Logan' es una película entretenida. Puede que, tal vez, no más que una película (muy) entretenida. Pero también es una película que funciona. Ni más ni menos que una película que funciona rematadamente bien, y que se disfruta en la misma medida.

Una película sencilla, directa y muy viva que además, ni se cree más de lo que pretende o aspira a ser, ni tampoco toma por tonto, desprecia o infravalora a un espectador al que le regala un salvatardes muy apañado con una realización, reparto y andamiaje de lujo.

Ojalá la mayoría de las producciones de los grandes estudios pudieran decir lo mismo; ojalá por norma y tradición fueran tan resultonas, refinadas y simpáticas como 'La suerte de los Logan', un solvente y encantador ejercicio de jovial desparpajo cinematográfico.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex