'Juerga hasta el fin' bien podría ser entendida como un canto hacia la amistad masculina. Como una especie de comedia romántica en donde el beso entre la chica y el chico es sustituido por un abrazo entre dos amigos. Todo ello, claro, con un fin del mundo de fondo con la suficiente cantidad de tacos, sangre y groserías como para ser de y para adultos. Podría, en caso de ser una película. Pero no lo es, o al menos, no se esfuerza en serlo. En parecerlo, si acaso, y sólo a ratos. Su voluntad es mucho más liviana y relajada, como la de quien se ha fumado un peta, o unos cuantos, y ve el mundo, o en este caso su fin, como un simple salvoconducto con el que echarse unas risas.

'Juerga hasta el fin' no es una película propiamente dicha, no en el sentido estricto del término. Es una broma que adopta la forma de algo que se le parezca, si bien como tal carece de los valores o las inquietudes que se suelen tener en cuenta, tanto a un lado como al otro de la pantalla, como para ser valorada... en ese sentido. 'Juerga hasta el fin' es básicamente una tontería. Pero una tontería a la que tomársela en serio es otra tontería, especialmente porque si nos ponemos serios no veríamos más que la tontería que es la película. Porque repetimos, es una tontería. Y cualquier que la defina como tal, la verdad, tiene razón. No hay duda. Lo que no quiere decir que no se pueda disfrutar de ella, más bien lo contrario: Su falta de pretensiones se descubre como su mejor y más efectiva arma. O la estupidez como una forma evolucionada de inteligencia.

Una fiesta no tiene por qué ser más que una fiesta. Desde ese punto de vista, una fiesta puede ser muy estúpida, también, sin necesidad de tener por qué estar sujeta a una lógica y/o coherencia. Y no por ella tiene que dejar de ser, lo más importante, divertida. Mucho o poco, pero divertida. Y eso vendría a ser 'Juerga hasta el fin', una fiesta orquestada por Seth Rogen y su socio, Evan Goldberg, con el único propósito de que sus invitados se lo pasen bien. Tanto a uno como al otro lado de la pantalla. Porque no nos quepa duda que los Jay Baruchel, James Franco, Jonah Hill, Craig Robinson y Danny McBride, encabezados por el citado Rogen, se lo habrán pasado tan bien que les habría merecido la pena incluso hacerlo gratis. Como si fuera un día cualquiera en la casa de Franco, y en donde lo único fuera de lo habitual es el apocalipsis que tiene lugar de puertas a fuera.

La pregunta, en estos casos y como suele ser habitual, es si todos los demás, los que pagan, están también invitados... si nosotros también estamos invitados. Posiblemente, Rogen no es Sandler y sus amigos tienen más carrera, si bien antes de aceptar la invitación tenemos que tener en cuenta, es nuestra responsabilidad, que hay que ser buenos y optimistas, despojarnos de nuestros prejuicios y dejarnos llevar, recomendándose que se sienta algún tipo de simpatía hacia sus protagonistas, a ser posible, o hacia la mayor parte de ellos, al menos. En tal caso se puede aceptar tranquilamente la invitación y acudir a una fiesta potencialmente muy satisfactoria como eso mismo, como una fiesta, de paso que descartamos la posibilidad de que detrás de todo ello haya una película que quiera ser juzgada... o peor, de que sólo fuera una broma privada y de acceso restringido.

No juzguéis, si no queréis ser juzgados. Puede que 'Juerga hasta el fin' no sea tan divertida como podría ser, o que su idea no este desarrollada con la misma inspiración con la que ha sido concebida, vaya por delante un punto de partida tan inteligente que su sola mención ya merece de por sí el aprobado (y un reconocimiento). 'Juerga hasta el fin', aún con sus numerosas imperfecciones e inconsistencias, irradia una simpatía natural ante la que resulta difícil no rendirse, y su cúmulo de referencias se aúnan en una sola como si de un filme original fuera. Como algo refrescante. Siempre nos quedará la duda razonable en algunos casos, no tanto en otros, sobre que parte real hay de cada uno de los que salen en pantalla, sospechando que todo parte de un retrato mordaz y algo grotesco (ese McBride). Lástima que no podamos hablar de una segunda que nos saque de dudas...

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex