'High-Rise' - Snowpiercer en un rascacielos. O algo parecido.
Apuesto una de las antiguas pesetas que aún tengo en mi poder a que nueve de cada diez comentarios sobre 'High-Rise' incluyen una referencia a 'Snowpiercer (Rompenieves)' de Bong Joon-ho, con el Stanley Kubrick de 'La naranja mecánica' asomando por la esquina como el plan B de los que sean algo más adultos.
Si esto fuera Hollywood y tuviésemos que vender 'High-Rise', en un 90% de los casos nos olvidaríamos por una vez de 'La jungla de cristal' para, en su lugar, hacerlo con una frase muy, muy parecida si no idéntica a "es una especie de 'Snowpiercer (Rompenieves)' ambientado en un rascacielos", con acento británico e igualmente protagonizada por uno de los actores más relevantes del universo cinematográfico de Marvel Studios. Y así es, nada no obstante que no estuviera más o menos presente en la novela original de J.G. Ballard a la que Ben Wheatley sobrevive con una entereza encomiable (y un uso superlativo de la banda sonora, también).
Entre lo lisérgico y lo grotesco, la paranoia y lo demencial, tras el traspiés de 'A Field in England' Wheatley se reencuentra (y nos reencuentra) con esta alegoría sociopolítica entre la sátira punk y la distopía barroca tan, tan excesiva y quebrada como a la vez jodidamente subyugante. Literalmente, Wheatley coge el toro por los cuernos, y presenta un relato osado, intrépido, excitante... ¿y temible? Su contexto escasamente realista y una narrativa saltarina y episódica requieren de una poca de voluntad, cierto, pero si se consigue "entrar" en el edificio puede ser toda una experiencia religiosa la que, dejando la coherencia al margen, crezca en tu interior.
Más claro agua, un filme de culto instantáneo con todo lo que eso conlleva, con todo lo que eso significa, y también con todo el riesgo que supone. Generará pasiones a favor y en contra, mil y una discusiones de barra de bar a la vera de un montadico y una caña, y todo, por encontrarse en ese punto exacto entre la genialidad y la tomadura de pelo dónde hay poco margen para la neutralidad. Por encontrarse en ese punto exacto en el que los amantes del cine encontramos una razón para ser... nos guste o no, y mucho más allá de una sociedad que a su manera siempre está amenazando con desmoronarse sobre nuestras cabezas.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Aún asi, en mi caso conocer la decadencia de antemano me restó interes y no llegue a entrar del todo en la cinta.
Sin embargo, la de Aronofsky nunca pierde el centro de lo que está contando porque tiene muy claro, y así lo demuestra, que hay una historia que contar, que todo momento es importante para esa historia, y nos hace partícipes de ella. Y en origen resulta ser una historia tan metafórica, compleja y global como lo que al fin y al cabo quiere contar Wheatley.
4/10