'Godzilla: Rey de los monstruos' - El pulpo en el garaje
Hace unos días, de pasada, leí el comentario en Twitter de una persona que lamentaba que 'Godzilla: Rey de los monstruos' no estuviera más centrada en las relaciones humanas que en las relaciones entre los monstruos (a los que en la película por cierto llaman Titanes...). O algo que se le parezca. Cuando lo leí me lleve las manos a la cabeza, en un primer momento, si bien luego me acorde del 'Shin Godzilla' de 2016 y medio entendí, hasta cierto punto, aquel tweet.
Hasta cierto punto: Mi primer auténtico contacto con 'Godzilla' fue en 1998, con la versión de Roland Emmerich que admito que en su momento odié pero que ahora, admito también, soy incapaz de no querer. Aquella película grabó a fuego en el ideario colectivo, aún más si cabe y al son de los actuales y tan vistosos efectos visuales generados por ordenador, que lo que Godzilla representaba era, básicamente, el placer de la destrucción por el placer de la destrucción.
Como tantos mitos de otras épocas, los efectos digitales introdujeron a Godzilla en el siglo XXI como un pulpo en un garaje. Una expresión que no necesariamente implica nada malo cuando de lo que se trata, precisamente, es de dejar que un pulpo haga lo que quiera en el interior de un garaje. Tú, sólo, asegúrate de tener un buen ángulo para grabarlo. Súbelo a YouTube. Compártelo en Facebook. Y disfruta del placer de la destrucción por el placer de la destrucción.
'Godzilla: Rey de los monstruos' reincide en aquella imagen de que Godzilla y sus amigos son, básicamente, una excusa para que la destrucción sociofestiva se adueñe de la pantalla. Grandes monstruos dándose de hostias. A esto hemos venido, por esto hemos pagado. Y esto representa Godzilla incluso en producciones como la mencionada 'Shin Godzilla', por más que en aquella la burocracia e idiosincrasia humana se convirtiesen en otro monstruo (de muchas cabezas).
Medio entendí, hasta cierto punto, aquel tweet. Porque hay gente muy despistada por el mundo, y también, hay gente que vive de espaldas a la realidad. 'Godzilla: Rey de los monstruos' ofrece casi en el mejor sentido posible lo que promete, y que además, es lo que cabe esperar: Un bonito, ruidoso e hipervitaminado blockbuster de los que hacen retumbar las salas de cine. Todo aquello que además no nos dio la (aburrida) película ya medio olvidada de 2014.
Un placer plenamente consciente de su naturaleza hiperbólica que a pesar de lo que dijera aquella persona, no descuida tanto a las "mascotas" de Godzilla como en las películas de Roland Emmerich representando a la perfección el ideal de Christopher Nolan: A falta de tiempo para los personajes, muchas (y buenas) caras conocidas. Como bien sugiere su título, 'Godzilla: Rey de los monstruos' sí es un drama... pero sobre humanos siendo pisoteados por monstruos.
Un buen drama sobre humanos siendo pisoteados por monstruos, con un acabado audiovisual de primer orden y perfectamente empaquetado en sus dos horas de rigor dónde la posible estupidez, y/o simplificación de su devenir argumental, responden a un valor claramente servicial para con el público. Lo inherente a lo que, en esencia, es una "street fighter" entre Godzilla y Ghidorah sobre la ex ciudad norteamericana que haya ofrecido más incentivos fiscales.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
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Un 4, aunque sea por las dos chicas.
La predecesora, sobrecogedora, titánica, se mantiene como una de las mejores películas que he visto en el siglo XXI.
No será la de 2014, pero tampoco se aleja demasiado.
Yo la vi en Cine y madre mía que coñazo.