Erica Tremblay quiere hacer mucho en tan sólo 90 minutos, y ya se sabe, "quien mucho abarca poco aprieta". Este refrán define a la perfección 'Fancy Dance', película muy correcta que se ve con tanta facilidad como tanta es la facilidad con la que se olvida. Entrar y salir, en un visto y no visto amable y bienintencionado que funciona como eficaz y benevolente salvatardes de cierto encanto. 

Ni mucho ni poco, aunque del todo insuficiente para arraigar de alguna manera. Y es que si bien no podemos ponerle ningún "pero", tampoco hay en ella nada que destaque o brille como para impulsarla por encima de la media. Si acaso la presencia indígena de Lily Gladstone, aunque más por el buen recuerdo de 'Los asesinos de la luna' que porque su presencia marque diferencias. 

Y es que marcar diferencias es lo que no hace 'Fancy Dance', ni mucho menos con la preponderancia de la película de Martin Scorsese. La de Erica Tremblay es una obra lo dicho, correcta. Tan correcta como sencilla y educada, marcada por un respeto generalizado hacia todo y hacia todos algo superficial y poco incisivo que hacen de ella una agradable pero olvidable película.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex