Las películas sobre estafadores, timadores o en este caso "embaucadores" en las que "nada es lo que parece ni nadie es quien dice ser" suelen tener un problema: que hasta el rabo todo es toro. Esto es, hasta que no aparezcan e incluso se acaben los títulos de crédito cualquier situación es susceptible de dar un vuelco con un último "y sorprendente giro", aunque sea tan forzado e increíble como por ejemplo el de 'El sastre de la mafia'.

En especial en aquellas películas que básicamente se dedican a encadenar giro tras giro, ya sea con frenesí o parsimonia. Es el caso de la mencionada película protagonizada por Mark Rylance o de esta 'Embaucadores', producción dividida en episodios que van desvelando quién es quién en lo que claramente, desde el principio, sabemos es algún tipo de estafa, timo... o embaucamiento. La clave, por supuesto, es cómo y de quién a quién.

Con o sin el logo de A24 por delante, 'Embaucadores' arroja un saldo igual al de la citada 'El sastre de la mafia'. Una historia bien contada, filmada e interpretada a la que lastra un último giro que, en el caso que nos ocupa, es tan lógico y orgánico que se ve venir desde Cuenca. La no sorpresa del "esto es lo que hay" o de lo contrario, no habría nada. 'El sexto sentido' 25 años después como si no hubieran pasado esos 25 años y fuese la primera vez.

O sea, no es tanto una historia como un mecanismo de relojería que funciona siguiendo un patrón tan coherente y consistente que el final es una consecuencia lógica. Llegados a ese punto, la satisfacción está en a qué le demos más valor, si al camino o al destino. 'Embaucadores' es una buena película, elegante, honesta y sobre todo adulta que aunque no dependa del impacto de dicho giro final nuestra percepción sobre ella sí lo hará.

Esto es, lo de siempre. Depende de a quién sintamos que han estafado, timado o embaucado. Si a ellos o a nosotros. O de si podemos simular poner la misma cara de (falsa) sorpresa que la película.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex