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'El triángulo de la tristeza' - Niños grandes

Vía El Séptimo Arte por 17 de febrero de 2023
Imagen destacada Hay mucho y buen cine en 'El triángulo de la tristeza'. Mucho y bueno. No hay duda de que Ruben Östlund sabe filmar, y todo ese rollo. Pero también hay un exceso a menudo demasiado gratuito y obstinado de un trazo tan grueso que está lejos de resultar incisivo o mordaz. Es... no sé, una comedia de Adam Sandler (no necesariamente de las buenas) filmada por Paul Thomas Anderson. O algo que le se pueda parecer.

¿Para qué contratar a Woody Harrelson pudiendo tener a, no sé, alguien más evidente como Rob Schneider? ¿Para disimular? Probablemente. Aunque lo uno no quita lo otro. En cualquier caso hay mucho y buen cine en 'El triángulo de la tristeza'. Más que en cualquier comedia de Adam Sandler y Rob Schneider. Pero también, tanto como película como comedia, nos encontramos con una producción mucho más difusa y dispersa.

Mucho más errática y divagante. Östlund se gusta demasiado y se pasa de frenada, haciendo que algo en realidad tirando a sencillo y simple parezca falsamente intrincado. Incluso impostado y estúpido por pura insistencia, llegando al punto de convertir esta mamarrachada anticapitalista sobre la lucha de clases y el nuevo orden social en una mamarrachada tan obvia y poco creíble como a la postre, estéril y pesada.

Agotadora. Y eso que hay mucho y buen cine en 'El triángulo de la tristeza'. Más que en cualquier comedia de Adam Sandler y Rob Schneider, por lo general mucho más básicas, directas... y breves. Pero tal vez también más eficaces a la hora de poner de manifiesto que los adultos, pobres y no pobres, guapos y no guapos, somos como "niños grandes". Seres capaces de parecer muy tontos al mismo tiempo que pueden aparentar no serlo.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

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