'El maestro que prometió el mar' - ... pero se olvidó de hacer la maleta
El peso de la obviedad caerá sobre vosotros. Os guste o no.
'El maestro que prometió el mar' es exactamente la película plana y evidente que uno se imagina que es leyendo su sinopsis, aunque servida sin la experimentada solvencia y desparpajo de no sé, por ejemplo Ken Loach y Paul Laverty. Del punto A al punto B sin pasar por ninguna otra letra del abecedario. Un plato de pasta sin queso rayado, tomate, beicon o algún otro condimento que aporte... sabor.
La directora Patricia Font y el guionista Albert Val se dedican a subrayar su condición política por encima de cualquier otra posibilidad dramática, aunque sólo sea por incomparecencia y la falta de mecanismos cinematográficos que puedan alimentar algún tipo de duda, debate o sorpresa. O de emoción que no se traiga impuesta de casa, a descarada disposición de escuchar sólo lo que queremos escuchar.
Puro cliché "guerracivilista" que claramente apela a la ideología, ya sea a posta o sin querer, reduciendo todo y a todos a una reaccionaria e inmovilista simplicidad binaria de rojos y fachas que molesta e incluso ofende, por cuanto asume como propio el discurso hueco y obtuso de aquel al que asegura o simula estar señalando con el dedo sin aportar más argumentos, como película, que la afiliación divina.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Le doy un 7,5.
¿Para qué dejar que la historia hable por sí misma si puedes dejar claro al espectador lo que tiene y debe pensar?