'El internado: Las Cumbres' - Re-animator
Revivir una serie que tuvo éxito en el pasado parece una apuesta segura, al menos a corto plazo. Una iniciativa convertida en una costumbre cada vez mayor, ya sea por inercia, necesidad, supervivencia, comodidad, oportunismo o pereza. Una costumbre por otro lado muy acorde con los tiempos en los que series y películas acaban reducidas a ser poco más que "contenido". Al calor de esa modernidad, que 'El internado' pase ahora a ser "contenido" de un servicio de streaming en lugar de "relleno" en una cadena generalista tiene bastante sentido.
Revivir una serie que tuvo éxito en el pasado parece una apuesta segura, al menos a corto plazo. Especialmente para un servicio de streaming, en donde su posible éxito o fracaso puede quedar fácilmente a merced de la curiosidad o atención recibida durante un finde en el que no tiene por qué haber pasado nada más. Esos 15 minutos de fama que decía Andy Warhol, más que suficientes para emitir un comunicado que la prensa, en su afán por los titulares más o menos bonitos, más o menos patrocinados pueda convertir en la realidad que se precie.
Revivir una serie que tuvo éxito en el pasado es muy tentador, además de un titular fácil de colocar. Ahora bien, como bien sabe el Dr. Herbert West, la reanimación no hay que tomársela a la ligera si no queremos que nos quede un muerto viviente... como el de 'El internado: Las Cumbres', sin ir más lejos. El problema para mí, y repito, para mí es que este nuevo "internado" remite demasiado al viejo. Como si no hubiéramos crecido, hubiera pasado el tiempo o hubiera cambiado el mundo; como si tampoco se hubiera dado el salto de la televisión al streaming.
'Las Cumbres' no representa una evolución significativa respecto a lo que un servidor recuerda muy vagamente de 'Laguna Negra', serie que no es que marcase de cerca ya que nunca me pareció que fuera precisamente... buena. Que antes la haya tildado de "relleno" ya daba una pista sobre mi opinión, sustentada mayoritariamente en el zapping. 'Las Cumbres' ni la mejora ni la empeora. Sencillamente, en palabras recientes de Martin Scorsese, quedaría "devaluada, marginada, degradada y reducida a su mínimo denominador común, contenido".
De nuevo. Otra vez. Sin novedad en el frente. De "relleno" a "contenido", como si el mundo siguiera siendo el mismo que hace catorce años. Como si todo siguiera siendo lo mismo, o se desease que todo siguiera siendo lo mismo. Un "producto" que no arriesga, se pliega a la oportuna condescendencia adolescente y se desarrolla bajo un patrón determinado que tengo claro, lo entiendo, está urdido por gente como yo aunque no esté dirigido para gente como yo, demasiado entrado en años como para no chocarse todos los días contra la brecha generacional.
Y eso que a decir verdad, 'El internado: Las Cumbres' me ha entretenido. Me ha entretenido a pesar de que no me ha sorprendido ni una sola vez. Tampoco asustado, provocado o emocionado, aunque en algún momento pareciese intentar hacer alguna de las tres cosas. Como apariencia, al fin y al cabo, es lo que lleva en el nombre y nadie la puede culpar salvo, si acaso, por ser demasiado esclava de ello. Por ser demasiado inmovilista para consigo misma, despreciar sus posibilidades y sobre todo al público con edad de tener memoria.
No se puede decir que no sea lo esperado, siendo precisamente -y por desgracia- lo que cabía esperar; supongo, que también para los fans que no hayan madurado. 'El internado: Las Cumbres' es un folletín superficial y acartonado, más un teatro guiñol para pusilánimes que una representación de un microcosmos donde el sexo, rebeldía y provocación adolescentes no sean reducidos a huecos y caprichosos clichés impostados de dudosa credibilidad y rentabilidad narrativa. O "contenido" que antes que "contenido", es la portada del "contenido".
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex