'El guardián invisible' - La amabilidad del artesano
A la salida del cine un hombre de cierta edad, pongamos que por encima de los 50, le comentaba a sus acompañantes que 'El guardián invisible' le había parecido una película "amable". Y a continuación, su propia explicación sobre el significado de dicha "valoración": Que se trata de una de esas películas en la que todos sus elementos, y por ende el conjunto, están a un nivel impecable. Una película que, concluía (o que mi oído ya no alcanzaba a escuchar más) asegurando que, en resumen, era una película de bien que se veía bien y que estaba bien en todos los aspectos. O algo muy parecido.
Y en general, a la salida de una sala abarrotada por una media de edad que a un servidor ya no tan joven le hacen sentir razonablemente joven, y en una de esas sesiones que a uno le gustan y se siente cómodo porque el público transmite tener dos dedos de frente, como público en sí mismo, diría que esa era la impresión mayoritaria. La impresión que transmite un nutrido grupo de personas que se levantan de la butaca, bajan por las escaleras y salen por la puerta comentando una película sin prejuicio alguno. Comentándola, con o sin caña de por medio, como si fueran algo más de dos horas de esparcimiento...
... como es el caso. Y si me hago eco de la primera impresión no es sólo porque parecía ser la más extendida, según escucharon mis oídos durante la apacible evacuación de la sala. También porque perfectamente puede representar mi propia opinión. O lo que en ocasiones definimos como un filme correcto, muy o correctísimo aunque elevado por la amabilidad del propio uso del "amable" en sustitución del "correcto". Lo suficiente y más que de sobra como para que, a pesar del desconocimiento de la obra original, asumamos su enorme fidelidad y respeto para con la misma.
Una película "de bien" decíamos, y añadimos que también "de provecho", por su facilidad de visionado y por un exquisito acabado técnico que no es solo una cuestión de dinero. Tras 'Palmeras en la nieve' Fernando González Molina se confirma como uno de los mejores artesanos de nuestro país, tan impersonal como a su vez elegante, solvente en el término medio y sobre todo efectivo a la hora de dotar de atmósfera a la película, algo fundamental para un thriller (como bien nos ha enseñado David Fincher) pero que los realizadores españoles olvidan con demasiada facilidad.
Quizá, porque González Molina tiene vocación de cineasta, no de realizador, y porque a pesar de ser más un esclavo de la película la película no es esclava del producto. Esa es la diferencia fundamental respecto a filmes como 'Secuestro' y a realizadoras tan planas como Mar Targarona. 'El guardián invisible', a la espera de concretarse la trilogía cinematográfica, no aporta gran cosa bajo la lluvia que no sea convertir al Valle de Baztán en un destino turístico, si acaso teñir el leitmotiv habitual del asesino en serie con el agrio lazo familiar que une a su protagonista con el entorno navarro.
No aporta gran cosa, y es posible que su recuerdo, sin novela mediante, no esté por encima de la multitud de producciones de corte similar, más 'El guardián invisible' tampoco está por debajo más que de los principales referentes. Un filme "amable", maduro, de notable caligrafía, fácil de ver y que presenta una incomodísima relación maternofilial, el único elemento inquietante y de largo lo mejor de un convincente y sobrio deambular al que le falta, eso sí, un gancho demoledor o una voluntad de cabrón capaz de ensuciar/personalizar su tan aseada "amabilidad" para todos los públicos.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Debería, aunque no ha tenido tanto éxito como para garantizarlo. Habrá que esperar a ver qué tal le va en el mercado doméstico e internacional. Yo espero que sí, siempre se puede recortar el presupuesto y no hacerla sería un feo para su público.
Le doy un 6.