El pasado mes de junio, a raíz del estreno de una cinta tan poco interesante como 'Acantilado', comentaba que en España salvo honrosas excepciones como las firmadas por Alberto Rodríguez, Enrique Urbizu, Kike Maíllo o en ocasiones Gerardo Herrero, o bien no sabemos cómo hacer thrillers de suspense, o bien es un género que por aquí se encuentra muy infravalorado. Un poco como si nos diera igual, como si nos diera lo mismo.

De hecho no existe en nuestro país una personalidad marcada o reconocible que podamos comparar, así, y por comparar, con la entidad del cine negro nórdico a lo 'Millennium' o de los seriales de suspense británicos a lo 'The Missing'. No se trata de comparar por comparar, sino de la ausencia de un toque genuino y autóctono o de algún gran título que por desgracia no esté medio olvidado de no ser por la 'Historia de nuestro cine' de La 2.

Dentro de este más bien escaso bagaje genérico sobresale la figura de alguien como Oriol Paulo, guionista de 'Los ojos de Julia' y sobre todo de 'El cuerpo', esa maravillosa y enormemente disfrutable tomadura de pelo con la que debuto como realizador hace ya cuatro años. En esta ocasión Paulo deja la dirección en manos de la productora Mar Targarona, en lo que a juzgar por los resultados podemos considerar un relativo error. Relativo.

A diferencia de la Helena Taberna de la adaptación de la novela de Lucía Etxebarría, Targarona sí muestra interés en lo que filma, labor a la que se encomienda con voluntad de género y un cierto estilo narrativo. Además, cuenta con un fondo interesante y el soporte de algún interprete de mucha valía como Blanca Portillo, actriz nunca suficientemente valorada capaz de dotar de credibilidad a cualquier pirueta argumental que se precie.

Porque, como ya habrán imaginado, eso es 'Secuestro': Una pirueta argumental que parte de una premisa sencilla que poco a poco se va enrevesando de aquellas maneras. Ahí es dónde falla un poco esta cinta de clara vocación liviana y ante la que se aconseja ingenuidad, no más que la justa y necesaria; esto es, la adecuada para disfrutar de un thriller más bien sencillo que se cree lo suficientemente listo como para no ser más listo que nadie.

Y es que jugar a ser el más listo no siempre le sitúa a uno como el más listo, al contrario llegando incluso a ponerle en evidencia. Y lo que pone en evidencia a 'Secuestro' es no cuidar los detalles y pulir unas aristas un tanto chabacanas que afean, a menudo, así como lo poco fluidas que son las transiciones en lo que perfectamente, y así engancho con el comienzo, puede ser una tara heredada de la cinematografía bajo cuya bandera se ha mentado a Dios.

Cuando uno ve una cinta como la 'Perdida' del maestro Fincher asiste a un todo, sin embargo 'Secuestro' parece una sucesión de escenas. Como si cada secuencia hubiera sido empalmada por un editor al que sólo le pagan por llegar del punto A al punto E pasando por B, C y D sin reparar durante la línea recta en aquello que llaman narrativa. Cortes que reducen lo cortés y resultan tan perceptibles como para advertir de los cambios de tercio.

Y es una pena porque con un mínimo de complicidad estamos ante un thriller muy competente, de perfil bajo si así lo prefieren pero que cumple con la humilde promesa que cabía sospechar. Sin el entusiasmo de doble filo de 'El cuerpo', y convalidando el mimo con la solvencia de la corrección de quién, al margen de las torpezas que haya podido cometer durante su empeño, entretiene con un "nada es lo que parece" que está por encima de la sobremesa.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex