'Nunca apagues la luz' - Caroline, ve hacia la luz
Es fácil menospreciar una película como 'Nunca apagues la luz'. Ya se sabe, "una de terror" como otra cualquiera, buh (o bah), y a correr. No obstante el debut en la gran pantalla de David F. Sandberg tiene algo que no tienen todos los filmes autodenominados "de terror" -hasta que se demuestra lo contrario-, un concepto bastante potente y sobre todo reconocible que dota de fundamento a sus muy honorables pretensiones. Unas pretensiones por demás teñidas por la evidente voluntad de quién quiere divertirse con el espectador (y no sólo con su cartera).
Su desarrollo no tiene por qué suponer nada especialmente nuevo, y la dinámica puede no ser demasiado distinta a lo habitual en estos casos: Encadenar susto tras susto de principio a fin hasta que se enciendan las luces. La idea, en líneas generales, viene a ser esa, o de lo contrario no estaríamos hablando "de una terror", ejem, ejem. La diferencia fundamental, es posible, la encontramos resumida de manera muy oportuna en el nombre de James Wan. Como tampoco es una casualidad ese póster de 'La liga de la justicia' adornando sin disimulo una pared.
El mérito no tiene por qué ser de Wan... o sólo de Wan, no obstante. Lo importante en 'Nunca apagues la luz' es que encontramos ese mismo halo que encontramos en las dos entregas de 'Expediente Warren', o que también encontramos en 'Annabelle'. Ese halo que desprende una evidente sensación de pasión por lo que se está contando, además de por cómo se está contando. Porque esta es, posiblemente, la cosa más interesante de todas las cosas que pueden esconderse en la oscuridad de un fotograma para hacer que parezca de carne y hueso.
Convencerá más o menos, o estará más o menos elaborada, pero detrás de los sustos de 'Nunca apagues la luz' subyace una historia (y unos personajes) de tal manera que si prescindiéramos "del terror" algo quedaría. Y más importante aún, subyace para dotar de valor dramático a lo que podría funcionar sin los sempiternos picos de sonido. El artificio de conveniencia sigue estando ahí y el movimiento lo siguen marcando aquellos instantes, faltaría más, pero entran con la suavidad y elegancia de quién hace uso de ellos de forma coherente y natural.
Para empezar tenemos una película que dura lo que tiene que durar (80 minutos muy bien traídos). Y para terminar, la elegancia de una puesta en escena que se vale de un concepto muy potente, un juego entre luces y sombras que sitúan a Diana como un inquietante intruso a la altura icónica de tipos chungos como Freddy Krueger. Con modestia y buena letra, conciencia y ese enorme instinto gamberro por juguetear con el público que hacen de esta "pelicula de terror" algo tremendamente disfrutable y efectivo capaz de vamos a tirar de eufemismo, "incomodar".
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
A pesar de las buenas críticas, a mi me ha parecido un mal ejemplo del cine de terror que se debe hacer. La dejo en un 4, porque a pesar de lo dicho, no se me hizo un coñazo.
No compares por Dios, que la de 'Mamá' era basura.
Un 3!