'El cielo está en cualquier lugar' - Lo es, pero no lo es
Estando A24 y Josephine Decker de por medio, estaba claro que 'El cielo está en cualquier lugar' no sería un drama romántico adolescente al uso. Lo es, pero al mismo tiempo no lo es. A24 y Josephine Decker sin duda aportan su granito de arena para que esta adaptación de la obra de Jandy Nelson escrita por la propia autora sea ese algo más que también es sobre el papel. No necesariamente mejor de lo que puede llegar a ser un buen drama romántico adolescente, pero sí algo más particular, excéntrico y llamativo enfocado a un público más amplio (y a la vez más selecto).
'El cielo está en cualquier lugar' es una película algo más densa y menos distendida de lo que suele ser habitual en este tipo de relatos, estando más enfocada hacia lo dramático que hacia lo romántico. Más una película un tanto cuca que un producto de consumo para San Valentín. Quizá, porque la historia no va tanto de un romance con otra persona -que también- como de un romance consigo mismo: el de la encantadora Grace Kaufman, quien a lo largo de la película aprenderá a perdonarse por sus errores y amar a la persona que la vida parece que ha dispuesto que sea.
Esa persona que somos gracias a nuestras decisiones y errores, a lo que hemos sufrido y dejado de sufrir, y también, al caos de quienes nos rodean. O en algún momento nos rodearon. A un nivel algo más profundo, 'El cielo está en cualquier lugar' es algo más que un mero repaso arquetípico al consabido "chica conoce a chico". Bajo la apariencia de este romanticismo de instituto, Decker desarrolla una obra muy completa que habla del amor, el dolor o la pérdida sin sentirse atrapada por su condición, aparentemente banal, de pulcro y casto relato romántico para adolescentes.
Es, pero no es. El interés de A24 está, como siempre, en ese algo particular y excéntrico que la caracteriza. Y en la mano de Decker, quien sume la historia en una irregular pero estimulante y vibrante apariencia de cuento mágico con ecos al cine de Edgar Wright donde lo aparente de la historia muta, y cobra vida a través de una colorida e imprevisible apariencia audiovisual. Este el gran argumento de una película que quizá, tal vez, gustará más a los incrédulos que a los creyentes por esto mismo, porque aun sin dejar de ser lo que es, no se conforma con ser... simplemente.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex