'Competencia oficial' - Dos actores muy actores
'Competencia oficial' no es tanto una película como una suma de momentos que, empaquetados como si juntos formasen una película, da como resultado una obra irregular y con problemas de ritmo y tono. De principio a fin se entiende la idea, pero falta una estructura que impulse dicha idea por encima de los momentos que la sostienen, casi, por su propia cuenta y riesgo.
Una suma de momentos, algunos muy buenos y otros no tan buenos que actúan como una sátira, que no como la comedia, el drama o el thriller con los que coquetea pero no alcanza a ser. Una sátira que, al menos en apariencia, parece girar en torno a una línea de eventos sobre la que se han ido improvisando distintas escenas con la complicidad de sus intérpretes.
Esto es, en particular los Oscar Martínez, Penélope Cruz y Antonio Banderas a los que la película sirve en bandeja de plata todo el protagonismo, en un tarea fácil aunque no sencilla. De esta manera la película, o la colección de momentos, queda un tanto supeditada a la simpatía de un trío que saben dar lo que se les pide, pero no más de lo que se les exige a estas alturas.
O lo que vendría a ser 'Competencia oficial', una sátira a la que le falta determinación para unir sus momentos en un todo que va y viene, deslavazado y que avanza mediante impulsos que provocan picos tanto positivos como negativos. También, algo más de perspicacia o mala leche para ir más allá de una premisa que calla cuando más debería de hablar para encontrar su propia voz.
Así, Mariano Cohn y Gastón Duprat ofrecen una película interesante, pero, también, más por lo que insinúan que por lo que realmente acaban mostrando: una sátira sustentada en tres intérpretes bien escogidos que funciona, a ratos, como simpático pasatiempo pero que parece no encontrarse, y no ser más que otro producto de consumo fácil, banal e inofensivo de los que parece renegar.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex