'Operación Marea Negra' - Expandirse para comprimirse
Hay algo que no se le puede negar a 'Operación Marea Negra': es muy entretenida. Cuatro episodios de cuarenta y poco minutos que en total, a ojo, suman lo mismo que una película que se hace demasiado larga o una serie que se hace demasiado corta. Y al igual que sucede con la 2ª temporada de 'Nasdrovia', no se trata de un tema de duración como pueda parecer, sino de justificar una determinada duración mediante el contenido.
Esto es, que dure lo que tenga que durar para que la historia sea presentada de la mejor manera posible. Que no le falte o le sobre nada como a 'Operación Marea Negra', producción a la que o bien le falta o bien le sobra en su propósito de resultar, ante todo y sobre todo, entretenida. De forma clara y obstinada. Pese a sí misma y el que dirán mientras se atrinchera en la presencia de Álex González, el único peón con pinta de persona.
A su alrededor deambulan narcos, agentes de la ley, familiares o amigos que poco más que le hacen compañía, mecanismos de un guión que amaga con dotarles de una voz que luego ahoga a la mínima. Relleno con nombre y apellidos, víctimas de una historia que los trata como peones que se desconectan en cuanto no están en cuadro. Están para servir al guión, no a una historia a la que, lo dicho, le falta o le sobra. Lo que prefieran.
Dentro de una historia planteada de manera arquetípica, 'Operación Marea Negra' es un videojuego cuyas cinemáticas nos saltamos para ir al grano. Con un desarrollo tosco y de trazo grueso. Con personajes desechables y situaciones que surgen porque, ya se sabe, son cosas que pasan. Y a todo máquina, siempre hacia adelante aunque no sepamos a dónde nos dirigimos. Un entretenimiento efectivo pero vacío y hueco.
Un entretenimiento pasajero y genérico que ante la duda de centrarse en el periplo de Álex González o de rodearle de algún otro jugón, se queda con la duda; se expande para comprimirse. Así todo deviene en una cuestión impersonal al servicio de una causa legítima pero olvidable, y cuya bajo aparente intensidad se esconde la indiferencia, la de un drama de consumo rápido escudado en los hechos reales que le dan (alguna) vida.
Por Juan Pairet
@Wanchopex