'Cazafantasmas: Más allá' venía acompañada de una breve introducción en la que su director, Jason Reitman, bromeaba sobre el hecho de que como productor de la película su padre, Ivan Reitman, había estado durante todo el rodaje sentado detrás suya, viéndole trabajar. Su padre, y también el director de las dos películas anteriores de las que esta es una secuela directa. Es una imagen que siempre está presente en mi cabeza cuando pienso en esta nueva película.

Esta nueva película de "cazafantasmas" son dos líneas paralelas obligadas a converger al final de lo que acaba siendo un sólo camino: El de la secuela (demasiado) pendiente y dependiente de un original al que si le quitamos la nostalgia se queda en muy poquita cosa, las cosas como son. Un original al que Jason rinde un excesivo tributo que lastra la que se suponía era su versión, más que una versión una suerte de epílogo (al final) un tanto forzado y chapucero.

Por lo general, la explotación de la nostalgia se sostiene cuando se apoya en el relevo generacional (como en 'Mad Max: Furia en la carretera'), y no tanto cuando se usa para resucitar (o simplemente desempolvar) a mitos del pasado... ¿para despedirlos? 'Cazafantasmas: Más allá' bien podría ser una secuela tardía con la que intentar recuperar algo de relevancia por parte de un Ivan Reitman que lleva mucho tiempo sin dirigir, aún más tiempo sin dirigir algo interesante.

Puede que tal vez, a pesar de haber vivido de ello, nunca dirigiese nada realmente interesante, de ahí que tal vez haya tenido que recurrir a su propio hijo. En este momento es cuando la mencionada introducción me remite a 'Poltergeist', y a como Steven Spielberg uso a Tobe Hooper. La sensación es que esta nueva película no podía ser tan diferente ni mucho menos independiente: 'Cazafantasmas: Más allá' es una secuela directa condenada a no ser más que una secuela directa.

Durante su primera hora, Reitman hijo despliega con soltura los encantos de un libreto que funciona con la sencillez y alegría del cine de los 80, pero sobre todo con autonomía. Es, sencillamente, una película muy efectiva cuyos constantes guiños se aprecian sin proyectar ningún tipo de sombra. Hasta que a alguien, de pronto, parece entrarle el miedo y asume que con los guiños no basta: Que no pueden correr el riesgo de que sea tan independiente como la de 2016.

Y activan el modo secuela, quien sabe si de la mano de un Reitman padre al que me imagino comiéndole la oreja a su hijo continuamente. Si papá, lo que tú digas. Y de pronto toda la elegancia de su primer tramo se convierte en torpeza, más aún de la mano de un director tan correcto como Reitman que es evidente, ni sabe ni quiere dirigir acción. Pero en algo había que gastar el dinero. Y de alguna manera había que acabar una película no por casualidad, llamada 'Cazafantasmas'.

Y así, lo que hasta entonces era un agradable y simpático pasatiempo se ve engullido por la obsesiva nostalgia referencial de su último tercio, la peor versión de lo que sería el "fan service" mal entendido (y peor desplegado). Y así una película prometedora concluye sin pena ni gloria, víctima de su propio miedo a decidir por sí misma, quien sabe si instigado por su particular Gríma que no quiere arriesgarse a que nadie, siquiera su hijo, lo pueda hacer mejor que él.

Pd. Me sigo quedando con la de 2016...

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex