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'¿Y ahora adónde vamos?': Camino a la salvación

Vía El Séptimo Arte por 01 de marzo de 2012

En el camino que lleva al cementerio del pueblo, una procesión de mujeres de negro afronta estoicamente el calor del sol estrechando contra ellas las fotos de sus maridos, de sus padres o de sus hijos. Algunas llevan velo, otras una cruz, pero todas comparten el mismo duelo, consecuencia de una guerra funesta e inútil. Al llegar a la entrada del cementerio, el cortejo se divide en dos: uno musulmán, el otro cristiano. Con el telón de fondo de un país desgarrado por la guerra, ¿Y ahora adónde vamos? narra la determinación sin fisuras de un grupo de mujeres de todas las religiones para proteger a su familia y a su pueblo de las amenazas exteriores.

Año tras año, los que nos dedicamos a este loco mundo del cine, destinamos buena parte de nuestras energías a tratar de resolver antes que nadie uno de los grandes enigmas de cada temporada: ¿Quién se va a llevar el Oscar? El máximo reconocimiento otorgado por la Academia Norteamericana de Cine a unos les suscita cierta excitación, mientras que otros solo les produce aversión. Sea como fuere, en todas las casas se muestra un innegable interés por la noche más mágica -dicen- del séptimo arte. Por esta razón las cábalas y las teorías de toda índole (con especial predilección por las de la conspiración, por supuesto) se ponen en marcha muchos meses antes de la otorgación de las famosas estatuillas doradas.

Un buen método para no perder la sintonía y estar al día de lo que se cuece, es obviamente seguir todos los certámenes y premios que vengan antes de los Oscar. Globos de Oro, National Board of Chritics, Cannes, Berlín... y por encima de todos, aquel monstruo que tanta atención requiere: Toronto. No es un festival en el sentido tradicional del término, es más bien un mercado en el que todo entra (para entrar luego donde todo el mundo quiere estar, los Estados Unidos, claro) y en el que no hay Jurado que se pronuncie sobre qué mercancía merece ser ensalzada por encima de las demás. En tierras canadienses los galardones los otorgan el público, dándose así una más que interesante -y fiable- combinación.

Una grandísima cantidad de películas sumadas a los espectadores como únicos jueces de la contienda dan como resultado un efectivo oráculo de cara a vaticinar hacia quién va a volcar su amor el caprichoso tío Oscar. Los datos no engañan, mucho menos en los últimos años: lo que gusta en Toronto gusta en el Kodak Theatre. Sin embargo, hay una cinta que en cierta manera ha roto dicho idilio. Su título: '¿Y ahora adónde vamos?', su directora, Nadine Labaki. Su esperado segundo largometraje (después de 'Caramel', muy rescatable retrato coral femenino ubicado en Beirut) consiguió hacerse con el favor del público en dicho festival (además del de la crítica en su presentación oficial en la Sección Un Certain Regard de Cannes), pero al final no consiguió ni una triste nominación en los principales premios norteamericanos.

Que no salten las alarmas, el relato de los sucesos tiene trampa, ya que el filme no llegó a tiempo a los Estados Unidos en lo que a estreno comercial -Sundance no vale- se refiere. De modo que, si para variar la Academia se toma las pastillas para la memoria, no debería extrañar ver esta película ocupando alguna que otra casilla en la sección de ''nominados a... ''. De cumplirse el pronóstico, no nos quedaría otra que hablar de aquel concepto tan mal empleado en estos días: justicia. Una palabra que para que no se la acuse de diferencia en el trato, también está decidida a huir de un país llamado Líbano. En él, una directora y guionista se pregunta hacia dónde deben ir los habitantes de un recóndito y anclado en el pasado pueblo de su querida nación.

En él conviven cristianos y musulmanes en tensa armonía, lo cual solamente tiene una traducción: polvorín. Aparentemente todos los habitantes se quieren los unos a los otros, pero en realidad, en el fondo de su espíritu, están esperando a que salte cualquier chispa para que empiece a prender el fuego del odio, para así poder determinar quién (y perdón por la expresión) la tiene más larga. Con la instalación de una televisión (que nos recuerda de forma alegre al drama del iraní Bahman Ghobadi, 'Las tortugas también vuelan'), llegarán noticias de un conflicto religioso en el país que inevitablemente torpedeará la frágil paz en la que se había asentado dicha comunidad. Ingredientes más que suficientes para filmar el enésimo drama comprometido con tintes bélicos.

Nada más lejos de la realidad. Con perfecto conocimiento de causa, Labaki hace lo que parecía imposible (por la extrema seriedad de la pugna que alimenta la trama principal): hacer que de tanta pólvora surja como por arte de magia una comedia que no cae ni en la banalización ni -lo que sería peor- la frivolización de los temas de los que habla, que por naturaleza y por antecedentes, deben ser tratados con el máximo respeto posible. Así, la guerra atávica de dogmas -y de sexos- adquiere un más que bienvenido tono desenfadado, en esta tragicomedia sobre las dificultades inherentes en todo tipo de convivencia. Una auténtica muestra de valentía, madurez y sano sentido del humor por parte de Nadine Labaki. ¿Hombres o mujeres? ¿Tradición o modernidad? ¿Cristianos o musulmanes? ¿Oriente u occidente? La respuesta no importa. Sí lo hace el camino hacia ella, en el que al igual que el Beirut donde se ubicaba la mencionada 'Caramel', coexisten apretujados todos estos factores, siendo sus representantes conscientes de las diferencias que les separan... así como de las ganas de vivir que les unen. Así pues, ¿ahora adónde vamos? A la salvación, por supuesto a pesar de todo.

Nota: 7 / 10

por Víctor Esquirol Molinas

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