'White God (Dios blanco)' - El mejor amigo del hombre
El perro es el mejor amigo del hombre. Frase que constituye un sistema hastiado y agotado por la de fotos de Instagram, estados de Tuenti y atribuciones a Paulo Coelho sufridas durante su sentencia allá por no se sabe cuando por no se sabe quién. Pero, en el fondo, es una verdad como una catedral. El perro es ese animal con un sentido de la inteligencia emocional más desarrollado que ningún otro ser humano existente; sabe hacerte compañía en momentos de enfermedad, parece que conoce el momento exacto en el que necesitas que aparezca por la puerta para sacarte una sonrisa al mirarte con esa cara entre ignorancia y curiosidad, pero, sobre todas las cosas, sabe de algún modo hacerte feliz, y lo mejor es, si cabe, que ni él mismo ni el dueño saben cómo a ciencia cierta. El problema, como todo animal, es el instinto, primitivo por antonomasia, que aflora en situaciones de peligro inminente para el cánido.
Y no tan inminente. Un leve ruido, un ligero soplido, algo que no esperen, les alerta. Visionen qué alerta generan en el perro que se ve abandonado y que acaba siendo domado con excesiva violencia y castigo para robarle toda la bondad y espíritu que ostentan con el único propósito que volverlo un cacho de carne mordedor. De esta premisa emana el encanto de "White God", última película del realizador Kornél Mundruczó, un habitual cada año que estrena cinta del Festival de Cannes de origen húngaro. El film es una intensa odisea perruna que bebe de muchos géneros como el drama, el thriller, la acción o por momentos el terror. Este batido de géneros, aunado a una gran banda sonora orquestada, reconforta de placer al espectador al visionar la película, pues no sólo está viendo un telefilm de A3 cómo se la puede prejuzgar, sino que encuentre fundamento, motivación, sentimiento y calidad técnica.
La película desprende una sensación de inteligencia y de talento a la hora de haber sido creada. Se aprecia meticulosidad y un trabajo a conciencia para obtener un resultado altamente satisfactorio, objetivo que se consigue con muchísimo margen de error. El film sabe pausarse en su arranque no apto para sensibles como también sabe arrasar la pantalla junto a esa manada de perros como un torrente de agua embravecida cercana su parte final. Esa corriente últimamente muy utilizada en el cine como es el dramatismo intenso (algo así como dotar de un ritmo constante e inconteniblemente frenético a una trama de asunto triste) aquí encaja a la perfección gracias, también, a una actuación solvente de la protagonista del relato, Lily (Zsófia Psotta), cuyo personaje transmite y emociona en momentos puntuales y adecuados de la cinta, sobretodo en el epílogo. Un placer, gracias a que la película ha sido proyectada en más festivales, no sólo en Cannes (Sevilla), descubrir que en Hungría el cine tiene bastante calidad y categoría.
Nota: 7,0
Por Jesús Sánchez Aguilar
Cuando vi esta película la intuición me dijo que no me gustaría, que no sería de mi agrado y sabor; cuando visioné el tráiler algo me dijo que pasaría un inevitable mal rato durante la proyección pero seguí en mi voluntad de verla porque, de normal en estos filmes se pasa por la etapa de crueldad, horror y daño anímico para superarla y obtener ese final feliz de reencuentro y felicidad justa para los implicados, resurgir esperado de ese bravo espíritu que tantos incidentes y estropicios ha sufrido en sus carnes y que equilibra el padecimiento anterior.
De modo que ¡allá voy!, armada de valor y dispuesta a soportar el indigesto trago venidero donde me compensa, ¡suplico por ello!, el esperado beneficio y fruto a recoger por este dios blanco, coraje incansable de lealtad y compañerismo que parece nada temer, cuya valentía y fuerza resiste y resurge como ávido campeón que ni el despreciable hombre puede aniquilar o desfallecer.
Perros de raza permitidos, lugar de honor/mestizos enlistados, con taxa o al paredón, segregación perruna que nada tiene que ver con los sentimientos que se tienen por ellos, doble división como inicio de un angosto juego de subsistencia, lealtad y miseria que se reparte a partes ínfames y execrables ¡a cual peor!
"Es duro perder a alguien a quien amamos"; la pérdida de un perro..., la pérdida de un miembro de la familia, quien no lo entienda así tiene un problema con su empatía y apego, sensibilidad de recibir mucho más de lo que tú puedas llegar a darles, toque de queda de quien ha sido vuelto asesino anulando su corazón sano, salvajada de un campo de batalla donde debería luchar el humano en lugar de esconderse tras el abominable uso de quien es inocente, maldad que encontrará su castigo con ese devolver a cada cual lo suyo y pagar por los actos mezquinos realizados, la venganza de un ángel caído vuelto satanás que sabe quién fue su instigador y culpable.
No es agradable de ver, la fría firmeza y espanto con la que se acorrala, ejecuta y dispara es horripilante y dolorosa, martirio que va "in crescendo" conforme este huérfano de cariño abandonado y caricia olvidada se ve envuelto en la más horrible, dura y feroz supervivencia.
"Todo lo que es terrible necesita de nuestro amor"; ejército de canes heridos en lo más profundo hasta perder su identidad, sin vuelta atrás, sin volver a ser el mismo, despavorido atentado que tiene sus consecuencias, incluso para quien no las merece, donde la cumbre es la-música-calma-las-fieras aunque no quede claro quién es realmente la bestia pues ésta no va a cuatro patas precisamente.
Mi reflexión va a ser emocional, anímica más que todo, sin poder evitarlo porque al margen de su parte técnica, de dirección e interpretación, ésta simplemente no me ha gustado, me ha revuelto las entrañas y estropeado la cena; en ningún momento he conectado o simpatizado con su visión, todo lo contrario, he tenido que apartar la mirada de la pantalla en varias ocasiones según la aventura canina ganaba en maltrato y vergonzante agravio el cual no se ve compensado por su ansioso, y necesario para la turbada alma, final agraciado que mine y amaine mínimamente el dolor y trauma soportados.
Lo siento pero no me vale lo vivido y padecido durante su recorrido, no es de mi aprobación ni conformidad, mucho menos de mi agrado, gusto desagradable de ofuscación para tierna alma sensitiva que se encuentra incómoda en la butaca mientras sigue el tormento en cámara; también es verdad que creí que habría más sentimiento en juego lo cual, por otro lado, me libra de una mayor angustia sentida.
Que sí, afirmativamente, alegoría de lo peor del ser humano, fábula monstruosa sobre ese diablo provocado vuelto en contra nuestra, la barbarie de lo que se puede lograr cuando se asusta, intimida y asfixia hasta el límite a un ser bondadoso y querido, gráficamente trabajo loable de reconocimiento y aplauso bla, bla, bla..., todo lo que se quiera pero, nada de lo que escribo ni he leído sobre la misma, mucho menos presenciado en primera persona, alivia mi indeseable sabor de boca, rancio y áspero, agrietado y desquiciante que simplemente me ha fastidiado la noche.
Duele tanta mala gente, duele tanto ogro esparcido por doquier que parece acaparar todo el cuento, duele y duele y duele este proyecto de fantasía de dibujos que accede al trono del largometraje y cuya herida escuece al tiempo que deja el corazón partido, despedaza tu ánima y reseca todo tu ofendido interior.
¿Demasiado sensible?..., puede ser, ¿excesivamente parcial y arbitraria?..., de todas segura, ¿imposible una lectura informativa donde olvidar tus emociones?..., ¡ya ves mi fracaso!.
Sabía que iba a padecer y a pesar de ello me embarque, luego no te quejes pues la voluntaria tontería de dejarse arrastrar al fusilamiento y la ingenuidad que le acompañan tiene su coste racional, emocional, devastador y sensitivo; nota recordatoria personal
"Él no lo haría", yo tampoco pues es un miembro de mi familia; a partir de ahí, no me sirve nada de lo visto, repito, repito y ¡repito!
Soledad y tristeza, sin recompensa ni restitución, un abrazo ¡por favor!
De momento se queda en un 8 redondo. Pero antes de finales de año volverá a caer, no me cabe duda.
Indiferente no deja, eso sí, y cuando me quedo así de contrariado tras ver un film y que me pida imperiosamente revisionado, suelo acabar amándola, pero ya veremos cuando vuelva a verla.
Diría que es una característica que siempre va unido a un filme que, como mínimo, se tiene que apreciar mucho, porque eso significa que al menos es "diferente". A mí me paso lo mismo, como ya comenté.