'El niño 44' - La prueba del crimen.
En la Rusia de Stalin no existe el crimen, ya que eso solo sucede en sociedades capitalistas. Escudado en esta falsa creencia, un asesino vaga a sus anchas amparado por la propia sociedad, que niega -y castiga- cualquier voz que contradiga este credo bajo una de las acusaciones a las que todos -desde ciudadanos a políticos- están expuestos y temen en igual medida: "ideas anti-soviéticas". Solo hay un castigo para dicho crimen: La Muerte. En el régimen de Stalin no hay asesinatos, ¿para que querría alguien -no capitalista- matar a alguien? Pero hablamos de una película norteamericana, de una visión "capitalista", de un ideal progresista... hablamos de la mismísima prueba del crimen.
La mayoría de las ofertas encierran alguna trampa. La de 'El niño 44' también, una especie de "pague una, llévese tres" en el que se entrelazan hasta tres historias diferentes con una pasmosa tosquedad durante 137 minutos. Ni uno más, ni uno menos: 137 minutos que pasan uno tras otro, uno tras otro, uno tras... otro. El nuevo trabajo del hasta ahora eficiente Daniel Espinosa se muestra incapaz de dar gobierno a lo que acaba revelándose como todo un batiburrillo, definición escuchada en boca de otro de la que me voy a apropiar vilmente. Porque esta es una sociedad capitalista, liberal, y por lo tanto, el crimen puede existir ya tenga o no forma de tweet maliciosamente perpetrado.
El crimen del que se acusa a 'El niño 44' es no saber dar forma, dotar de interés o entrelazar el potencial de sus tres líneas argumentales principales, crimen del que no hace falta esperar al final del juicio para declararle culpable, mucho nos hace temer mediada ya una, repetimos, larga función. Ya sea una cuestión de guión, de montaje o la suma de ambas, 'El niño 44' es la definición del caos en su versión más plomiza: en mitad de ninguna parte, resultan desconcertantes los en apariencia incongruentes y aleatorios vaivenes de una historia que, en su empeño por recitar los pasajes más relevantes del original de Tom Rob Smith en el que se inspira, nunca demuestra tener claro el que, quien, como, cuando, donde o porque.
A decir verdad ni la labor de sus interpretes, del mencionado Espinosa o del equipo técnico, 60 millones de dólares mediante, pueden criticarse en su conjunto igual medida, si bien lo plomizo de su desarrollo sume cualquier esfuerzo, escena o insinuación en una de esas encrucijadas que acaban por reducir todas las posibles preguntas mencionadas a una sola, a la de "¿hemos llegado ya?". 137 minutos que pesan como una losa estalinista, que duelen y durante los que se sufre del mal del culo inquieto: 'El niño 44' es un batiburrillo indefinido y gris cuyo interés sobre el papel se transforma, visto en pantalla, visto a través de los ojos del sucio capitalismo, en un ladrillazo hablado en un surrealista páramo inglés con (marcado) acento soviético.
Nota: 4★4
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
La película es un prodigioso ejercicio de intensidad narrativa por parte de Espinosa. Una bofetada de inmoralidad y de omisión del bien constante tratada con férrea seriedad y con un lenguaje rico en gestos y miradas, todo esto a lomos de un caballo últimamente muy ganador que responde al nombre de Tom Hardy, que firma bajo el nombre de Leo Demidov un papel impresionante. Hardy, con una madurez alcanzada a base de no decir que no a ninguna oferta y a dar siempre el todo se trate de un blockbuster o se trate de un drama de época, puede presumir de encontrarse en el mejor momento de su carrera, y lo prueba este año 2015, donde ya ha aparecido en 2 de las 3 películas que tiene trabajadas ("Mad Max: Fury Road" y esta que nos ocupa), y además a un nivel excepcional, con un dominio de la escena único y siempre con ese acento británico de voz rasgada que le ha erigido en uno de los actores más icónicos y solicitados de la actualidad.
No sólo es Hardy el que brilla (pero sí el que más). El elenco que flanquea al británico en la cinta lucen todos notables en sus personajes. Logran algo que no es tarea fácil en esto del cine, que es hacer al dramatismo emanar de lo gestual; El propio Hardy con las miradas, Noomi Rapace con las lágrimas, Joel Kinnaman con su pose y su mueca soberbia, Vincent Cassell con la indiferencia que le da no estar al otro lado de una mesa de despacho, etc. Tal vez son Gary Oldman y Jason Clarke los que no redondean la indiscutible calidad del reparto, y no precisamente por carencia de talento. El primero seguramente tenga la mala suerte de compartir plano cada vez que entra a escena con Hardy, quién está toda la cinta tremendo y sin aflojar un mínimo su ya típica intensidad, por lo que acaba por verse menguado a pesar de, ojo que esto dice mucho de Hardy, ser Gary Oldman. El segundo por culpa meramente del guión, pues apenas se le ve en el primer acto del film.
De una forma increíble, "El Niño 44″ no es una gran película por motivos interpretativos, o no sólo, mejor dicho. La mayoría de la culpa la tiene la mente de Tom Rob Smith, autor de una obra que humilla a la ética y a la humanidad con una precisión perfecta. Una historia que Espinosa lleva al cine para hacerla terrible y demoledora en lo visual (El cénit del stalinismo en cada plano) y arrasadora en lo emotivo (varias secuencias de corazón encogido). Ambientada en la URSS en el año 1953, la cinta congela el alma del que la ve con un arco argumental que pasa del espionaje a la traición con la misma facilidad que del thriller al drama, sin que apenas se percate el espectador del cambio. Los sentimientos encontrados en medio de una pista definitiva dan sentido a un clímax que precede a un epílogo de auténtico desamor por el ser humano.
Una película estremecedora, necesaria pero impactante. De un calado hondo y de una trascendencia profunda gracias a su didáctica lección de historia. Stalin como el Hitler ruso, el Holodomor como el Holocausto no reconocido en Rusia. La crueldad y la perversión del enfermo protegidas por la larga sombra del poder cínicamente limpio. El miedo disfrazado de amor para sobrevivir, con la terrible pena de tener que convivir con ello pero con la losa casi mortal de tener que sincerarse en una noche de exilio. La inocencia de los niños arracanda mediante la mentira y el engaño. La ocultación por delante de la justicia. "El Niño 44″ es una película preciosa, que conmueve y arranca pedazos de alma sobre todo en un final donde es imposible reprimir las lágrimas, que brotan como sangre por una vena. La historia de los crímenes ocultos del paraíso ruso. La ignorancia forzada.
That´s what I say.
+1. Por eso molesta tanto que no hayan sabido encajar las piezas correctamente. Como dices la novela tiene mucho potencial, no se trata de sacar de dónde no hay, sino de saber cómo darle forma para que funcione también en la gran pantalla. Y eso es lo que no han sabido hacer.
Seguro, o casi, alguna vez que otra habrán oído la frase de "con buena picha, bien se jode"; este filme tenía un buen aparato pues tenía a Daniel Espinosa que ya por aquel entonces tenía cierto cartel y un reparto de bandera con Tom Hardy, Noomi Rapace y Gary Oldman...pero incluso a veces el mejor aparato puede sufrir un gatillazo.
El problema que suele darse en este tipo de cintas donde hay ingredientes para un visionado inolvidable que al final no lo es consiste en que no hay momentos que se vayan a guardar para la posteridad, ni interpretaciones majestuosas, y mira que por nivel interpretativo del reparto no será. Pero terminé la cinta sin la sensación de obtener lo prometido, pecado mortal.
El guion y la historia invitan a sentir empatía por los niños que sufrían tales atrocidades y por los personajes principales que se las veían y se las deseaban en una Unión Soviética que no era el paraíso, como ellos lo llamaban; no obstante, no hay más que una búsqueda por el asesino de niños con un cierto interés y con interpretaciones sólidas, pero sin estridencias, del trío principal.
Mirando la carrera de Espinosa, desde luego que no me he rendido de primeras de ver más trabajos suyos, puesto que veo que tiene más cosas interesantes; esta primera vez dentro de su filmografía desde luego que no ha sido totalmente satisfactoria, mas tampoco un fraude absoluto.
6