'Tusk' sigue al norteamericano Wallace (Justin Long), un "podcaster" que se encuentra atraído inmediatamente por la vida del canadiense Mr. Howe (Michael Parks), un aventurero que ha recorrido todo el mundo con cuentos increíbles y una curiosa inclinación por las morsas. No pensaba decir más... y así, hasta este momento, dejar que todo fuera bien. El tráiler sugiere, la sinopsis intriga, su definición como "la versión apeluchada de The Human Centipede" promete y la presencia no acreditada en el reparto del Sr. X es simpática. Y la verdad, durante sus primeros 20 ó 30 minutos como que no está nada mal...

... hasta que 'Tusk' revela su verdadero rostro, el de una tontería bastante diluida camino de la nada que, perfectamente, podría pasar por ser una producción amateur improvisada por un grupo de amigos con pasta como para no recurrir al crowdfunding durante una borrachera. Más bien, como si fuera la jodida resaca del día después, como si fuera aquella extraña que se despierta a tu lado al día siguiente de lo que fuera. Colega, ¿dónde está mi dignidad? El capricho imbécil y excéntrico de un Smith pre-jubilado y sin carrera que temer que lo intenta, sí, pero que no sabemos muy bien el qué con este animal perfectamente sacrificable...

... si es que lo intenta, en verdad, pues 'Tusk' es una broma que más allá de su premisa no tiene, apenas, ningún desarrollo que la diferencie de cualquier chorrada de las que se suben a YouTube dónde la gracia sólo se la encuentra su creador, sus amigos más fieles y algún que otro familiar. El reverso malévolo y subnormal -que ya es decir- de la subnormal 'Bob Esponja: Un héroe fuera del agua'. Y es que como ya mencioné en relación a otro título igualmente maloliente como 'Blackhat (Amenaza en la red)', desde que la viera en vez de ir al baño a plantar un pino voy a soltar un "tusk". Y no es para nada una casualidad...

... aunque sí una lástima que Kevin Smith sea tan poco ambicioso como juntaplanos. O tan limitado. O tan perezoso. 'Tusk' tiene alma de filme de culto, pero como para serlo por las buenas. Potencial no le falta, ahí está la voz de Michael Parks o el entusiasmo de quién en ocasiones vía muertos. Pero no, este absurdo sin moldear es pasado el punto de corte un complaciente subterfugio friqui que vive y depende del nombre, que no de sus actos. Y así muere, como un renombrado fiasco sin mayor oficio ni beneficio que ser el juguete roto de un Kevin Smith al que, parece, ya le da todo tan igual que no le importa que le señalen como un nuevo Uwe Boll (al que reírle las gracias).

Nota: 3,0

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex