'Transformers: La era de la extinción' - Dejar que vuelen los coches
Las cifras no engañan. Por más que algunos insistan en catalogar a Michael Bay como algo parecido al Anticristo, un pensamiento no obstante comprensible entre los más puristas de esto que a veces es arte, a veces entretenimiento... y otras veces ni lo uno ni lo otro, tan sólo cine de autor en sus más variadas versiones. Con 'La era de la extinción' van cuatro entregas de Transformers que, siguiendo una misma línea editorial, dan en la diana comercialmente hablando. Porque es el tipo de película por la que merece la pena pagar para ver en una pantalla grande que reluce de verdad, porque cumple con lo que promete de tal manera que incluso, literalmente, consume su propia promesa hasta las últimísimas consecuencias (y un poco más allá).
La primera versión de este texto iba a ser una imagen de 'Transformers' seguida de otra de 'La venganza de los caídos', a continuación una de 'El lado oscuro de la Luna' y por último la de 'La era de la extinción'. Todas ellas parecidas, y poco más que decir. La idea era muy sencilla y clara, también perezosa, más no por ello dejaba de ser lo muy elocuente sobre la evidencia de lo que cabe esperar de la que para entendernos, es una más. Otra más, la cuarta. Imaginar por un momento, intentarlo, que Michael Bay no fuera Michael Bay. Imaginar por un momento, si podéis, a Michael Bay filmar un filme que no parezca de Michael Bay. Imposible, ni la imaginación de un niño es capaz de concebir una situación tan inconcebible. Porque si Michael Bay ni fuera ni se comportará como Michael Bay sería porque entonces no sería Michael Bay. Y entonces... habría que crearlo.
A veces arte, a veces entretenimiento... y otras veces tan sólo cine de autor. Como el de Michael Bay, cine de autor en su vertiente más ruidosa. Pero cine de autor a fin de cuentas. Porque mientras se disfruta y/o padece -se admite a concurso- de 'La era de la extinción' no hay ni un sólo instante durante el que no se note que estamos ante un filme de Michael Bay. Al 101%. Como ocurre en todas sus películas. Porque Michael Bay, como suelen ser todos los verdaderos autores, es un género en sí mismo. Pero que voy a contar que no sepan ni sus fans ni sus detractores: Michael Bay es Michael Bay. Obvio, sobran las presentaciones. Y hasta que se demuestre lo contrario, la franquicia de Transformers es aquello que siempre ha sido y será mientras el citado permanezca en la silla de director, algo que a juzgar por los chinos será bastaaaante tiempo.
Así pues, ¿qué esperar de esta cuarta entrega...? Supongamos que lo mismo que Paramount cuando se arrodilló a los pies de este machote para suplicarle que volviera: básicamente, oh, sorpresa, más de lo mismo. Para más señas, oh, sorpresa, un auténtico Bayhem. ¿Cambios sustanciales? Pocos pero acertados... en lo que respecta a los comparsas de carne y hueso (y mejor dejemos de lado a los dinosaurios, aunque ya existieran en la tele). El oportuno refresco que toda franquicia necesita a través de la solvencia de Mark Wahlberg o Stanley Tucci. Nuevos actores, personajes, ambiente y un fondo achinado, y con ello la apariencia de un nuevo comienzo. Una especie de reload que le ayuda a estar cerca del rendimiento de la primera, mejorando por el camino el saldo ofrecido por los cambalaches de la segunda y la tercera. Ni es nuevo ni sorprende, pero aún lloviendo sobre mojado luce de nuevo.
Ahora bien, hablamos siempre en términos relativos: En 'La era de la extinción' tenemos una historia... perdón, términos relativos. Más bien, un conjunto de ideas que juntas se le parecen, siendo eso sí el conjunto de ideas más sugerentes de las que ha gozado toda la franquicia. Claro que, hablamos de una película de Michael Bay y de la definición más auténtica de blockbuster: 'La era de la extinción' no pretende contar la historia que se intuye podría contarse, sólo quiere molar... a la manera de Michael Bay. Esto es, a lo grande (y americano). Y 'La era de la extinción' se convierte en el mayor bayhem jamás producido, tan sensacional como agotador, tan elocuente como pesado, tan bonito como reincidente. Bay en estado puro y hasta que nos salga por las orejas, para que quién le odie o le quiera no tenga dudas, una vez derribado en la butaca, del por qué le odia o le quiere.
Y a todo lo demás... bla bla bla.
Nota: 6,25
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Como niños...
Esto tengo que verlo, siendo Michael Bay y después de oír que se le va la olla en los rodajes tengo que verlo.
Después de verla, la mejor después de la primera. La segunda era un caos y la tercera un coñazo.