'Todos están muertos': Aquí huele a muerto...
Una película es una constante toma de decisiones. En cada escena, en cada plano, en cada instante. Nada debiera ser fortuito según reza el manual: conoce cuál es tú película, decide cómo es tú película. Saber es poder. Y 'Todos están muertos' parece que se equivoca en la mayoría de estas decisiones; en apariencia, porque no parece conocer cuál es la película, quién es como película. De ahí que el filme se deslice entre la nada y la indiferencia para proponer un discurso que hace honor a su título: es la propia película la que está "muerta".
Beatriz Sanchís debuta como guionista y directora con esta 'Todos están muertos' demostrando que le queda mucho por aprender. Una puesta en escena rudimentaria para una producción cuyo principal hándicap es encontrarse completamente desenfocada, tal cual se encontraba Robin Williams a las órdenes de Woody Allen en 'Desmontando a Harry'. La cinta avanza en continúa posición de fuera de juego, con un argumento descentrado que da síntomas evidentes de no tener claro qué es o qué quiere ser. Y claro, sin un rumbo fijo hacia el que dirigirse se dispersa en un deambular nada claro, confuso y desconcertante a partes iguales ante el que se ahogan los ecos de la Movida Madrileña.
¿Es una comedia? ¿Es un drama? ¿Es... qué es? Mal planteada y peor resuelta a un nivel argumental que vive del más puro capricho, una composición del todo desaprovechada definida por lo frustrante que puede resultar ver la equivocación en la toma de decisiones ajena, como cuando viendo la Ruleta de la Fortuna -mientras se espera a que comiencen Los Simpson- el encargado de resolver el panel final no acierta a responder lo que, desde la comodidad de tu butaca/sofá, se presenta como una solución clara y evidente. Está ahí, a la vista, pero al mismo tiempo no parece estar ahí. Tenemos la escaleta, pero no le vemos el sentido a la misma.
Y sobre la marcha en nuestras cabezas el consiguiente remake, sin demora, sobre las cenizas de unas posibilidades mostradas de forma tan inconsistente e irrelevante. Y así poder hacer con ella algo de provecho en el mundo de los vivos, un mundo en el que Elena Anaya se ha erigido a menudo en un motivo de peso con el que hacer amigos. Pero hay excepciones, y no parece tratarse del mismo mundo a juzgar por la cara de resaca que trae a cuestas siendo la primera que, tras una mala noche, no parece tener muy claro ni en qué cama se ha levantado, ni cual es la melodía que suena de fondo proveniente de este un disco que ni en La Metralleta encontraría acomodo.
Nota: 4.0
Por Juan Pairet Iglesias
La historia introduce muchos elementos argumentales interesantes, si bien es cierto que algunos de ellos los abandona en favor del eje central de la trama. La parte paranormal es lo de menos, ya que se podría haber hecho exactamente la misma película sin necesidad de fantasma. La película abarca demasiado, se mete en demasiados berenjenales, pero aun así mi impresión final cuando llegaron los créditos es que me ha gustado, que la he disfrutado. Además, siempre es un placer ver a Elena Anaya.
Mi nota es 7/10.
También me ha gustado que la película vaya al grano desde el principio y no se ande con escenas de relleno. Es corta y se hace corta.
En resumen, una película resultona, sin más.
Que ataque más gratuito 9 meses después
¿Mis gafas? Como dice Calde tú eres el que ha tardado nueve meses en leerlo...