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'The Yellow Sea': Taxi al mar sangriento

Vía El Séptimo Arte por 04 de enero de 2012

En la ciudad de Yanji, entre Corea del Norte, China y Rusia, la mitad de la población vive de actividades ilegales. Un taxista llamado Gu-nam (Ha Jung-woo) debe pagar la deuda que contrajo con la mafia que permitió a su mujer viajar a Corea del Sur en busca de una vida mejor. Consciente que deberá trabajar durante años para recuperar el dinero, su única solución pasa por aceptar el peligroso trato que le propone el jefe mafioso Myun-ga (Kim Yun-seok): cruzar la frontera de Corea del Sur para asesinar a una persona.

Con su esperada nueva película, 'The Yellow Sea', Na Hong-Jin nos sumerge en la vasta región bañada por el mar Amarillo, donde se junta la nación china con la península coreana. Sus habitantes, conocidos con el término semi-peyorativo "Joseonjok", tienen el dudoso honor de ser una de las comunidades con una mayor tasa de criminalidad en todo el mundo: un escalofriante cincuenta por ciento. Sí, pone los pelos de punta. En otras palabras, la mitad de dicha población -que se dice pronto- tiene contacto directo en algún momento de su vida con actividades delictivas, y por supuesto, el protagonista de esta historia, no marca la excepción a la regla.

Ahogado por las deudas contraídas en los juegos de azar, y amargado por la ausencia de una mujer que consiguió emigrar a Corea del Sur, se trata de un taxista que se verá obligado a aceptar un encargo que le llevará a Seúl para asesinar a un hombre. Un trabajo aparentemente fácil (si se obvian unos conflictos éticos que ni aparecen mencionados a pie de página, no hace falta decirlo), que no obstante llevará al antaño conductor a jugar un papel decisivo en una cada vez más encrudecida guerra entre bandas criminales. Como ya hiciera en su notable ópera prima, 'The Chaser', Na Hong-Jin dispone las fichas sobre el tablero para que se desarrolle una batalla encarnizada entre ellas... hasta que éstas, e incluso él, pierdan por completo los papeles. Qué diablos, al fin y al cabo, la potencia es un activo que no siempre requiere control.

Explosiva mezcla entre cine de gángsters y bloodshed-hero movie, en la línea de la muy interesante 'A Bittersweet Life', de Kim Ji-woon (AKA ''solo-contra-todos''), 'The Yellow Sea' es un producto que parecía desubicado en la Sección Un Certain Regard de Cannes, donde no obstante obtuvo una buena acogida. Mejor aún le fue en un entorno teóricamente mucho más propicio como Sitges, donde, cómo no, el público la recibió con una cálida ovación, además de hacerse con el Premio a la Mejor Dirección. No es de extrañar visto el resultado tan excesivo como poderoso, y en el que, a cada escena que pasa, se va cambiando de forma más descarada, la calma y la tensión por la furia y la hemoglobina (un proceso condensado en el encargo que lleva al protagonista a Corea del Sur, magistralmente planificado y resuelto con sanguinolenta locura), en una espiral de violencia progresivamente descerebrada, pero por ello divertida. Más si no se es un alma sensible.

Na Hong-jin, enésimo exponente del excelente estado de salud por el que pasa actualmente la cinematografía surcoreana, desde luego no lo es, ya que jamás muestra reparo alguno a la hora de ensuciarse las manos... en todos los sentidos. Inmigración ilegal, tugurios tétricos en los que la suerte de los hombres se rige por la voluntad de las fichas de juego, encargos de asesinatos... y por supuesto, una violencia desmedida que se erige como único factor común, incluso como única razón de ser. Este chute de adrenalina será para unos el mayor atractivo del filme, para otros será un argumento más que suficiente para quedarse en casa, o para optar por otra propuesta de la cartelera. Sea cual sea la respuesta del respetable, lo que de ninguna manera puede ponerse en duda es el talento de Na Hong-jin, que aunque abuse demasiado del recurso de la cámara al hombro (o cámara con Parkingson), es capaz de hacer que el espectador mantenga la respiración durante ni más ni menos que más de dos horas y media rebosantes de acción y ante todo, emociones muy, muy fuertes.

Nota: 6 / 10

por Víctor Esquirol Molinas

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