¿Dónde acaba el llamado cine independiente y empieza el también llamado cine comercial? Dejando al margen que ninguno de los dos es categóricamente ni bueno ni malo, es una pregunta de cada vez más dificil respuesta, especialmente una vez el siglo XXI hizo acto de presencia. Y más cuando una compañía como Fox Searchlight se encuentra de por medio (y completamente en medio). Y más cuando directores como Colin Trevorrow o Marc Webb dan la nota con títulos tan presuntamente indies como 'Safety Not Guaranteed' y '(500) Días juntos', respectivamente, para acto seguido irse corriendo a filmar grandes producciones como 'Jurassic Park IV' y 'The Amazing Spider-Man'... y es que su propia protagonista, Brit Marling, fundamenta el proyecto en
"las contradicciones que genera el modo de vida de la sociedad contemporánea". Pues eso, lo mismo.No está de menos desempolvar los viejos libros de historia y recordar que los primeros que se apropiaron del calificativo de ''independientes'' fueron ni más ni menos que los padres fundadores de Hollywood. ¿Qué puede considerarse como independiente? ¿Qué requisitos se establecen para entrar en dicha consideración? Para liar más el debate: ¿Quién los determina? Quizá sea algo tan puramente subjetivo que no haya más frontera que la que queramos, si es que de verdad existe entre todo lo que se estrena y/o ansia estrenarse. ¿Importa, acaso? En verdad no, salvo cuando se esgrime una bandera en favor de un orgullo tan irrelevante (e interesado). Y con Zal Batmanglij -de nombre inolvidable- y Brit Marling nos topamos bajo el manto, teórico, de un cine libre de influencias industriales. A ella la conocimos en la estimulante 'Another Earth'; a ellos, como pareja artística, tuvimos la ocasión de descubrirles en la no menos estimulante 'Sound of My Voice', la cual trataba sobre la infiltración de dos tiernos periodistas de investigación en una misteriosa secta religiosa que, cómo no, vaticinaba el fin del mundo.
En 'The East' el Apocalipsis está servido por actores mucho más creíbles; mucho más palpables, y por ello sobre el papel más aterradores: las grandes corporaciones, las mismas que se cargan nuestro planeta en una ciega y desenfrenada carrera por el aumento tanto en los beneficios como en la cuota de mercado. Porque, seamos sinceros, partimos de la base que son culpables hasta que se demuestre lo contrario, de facto. Con la intención de pararles los pies, surge como de la nada un peligroso grupo eco-terrorista conocido como The East... y con la intención de detener a éstos, los más poderosos conglomerados empresariales contratan los servicios de unos agentes privados especializados en la infiltración en territorio comanche. El juego de dobles identidades, mentiras, créditos y carreras varias está servido, así como el consiguiente dilema moral en torno a quien le corresponde, realmente, el papel de "bueno" en un juego que exige una escala de grises a mano a cada nuevo paso. Las intenciones están claras, la falta de sutileza y su intención moral también. Apunta, dispara y corre, y que cada cual se las arregle como pueda.
El mayor mérito de Batmanglij y Marling consiste una vez más en demostrar que la extrema economía de medios no tiene por qué implicar la imposibilidad genérica. En este caso se asientan en el cine de espías con una historia que, si bien, no aguanta un repaso riguroso de todos sus acontecimientos, sí provee al espectador de aquello que seguramente iba a buscar antes de que empezara la proyección, y que siempre sirve para dar su bendición a la misma. Esto es, un chorreo continuo de entretenimiento en forma de un thriller repleto de giros -y bandazos- que confirma al indie como producto (no en vano ahí aparece Ridley Scott entre sus productores). Y por ahí puede venir el peligro, el desaforo: el de un filme totalmente exportable y apto para, por consiguiente, comercializar al peso y para todos los públicos. Un producto, y he aquí la clave, que arroja la piedra y esconde la mano, que si bien cruza con mucho brío por delante de nuestros ojos tratando temas importantes, lo hace con la suficiente cautela como para no ofender a nadie en particular. O lo que podríamos catalogar como una especie de producto indie comercial, y en paz.
Nota:
6.5
por Juan Pairet Iglesias
Gracias. Échale un ojo si puedes también a 'Sound of My Voice', la anterior colaboración entre Zal Batmanglij y Brit Marling, para mi gusto algo más lograda que esta. Aunque las dos, como mínimo, resultan igual de entretenidas.