Albert Einstein llegó a decir en su momento que "cuando las leyes de la matemática se refieren a la realidad, no son exactas; cuando son exactas, no se refieren a la realidad". Algo así podríamos decir sobre el cine, una ciencia por llamarla de alguna manera que para nada es exacta aunque sus cuentas puedan estar en regla, y en donde una suma de diversos elementos y la aplicación de una serie de normas no tienen por qué dar siempre un mismo resultado. El azar, la habilidad, alguna que otra casualidad, el propio espectador... en ese sentido no sólo hay una manera para medir la posible calidad de un filme, si es que en realidad se puede "medir", de la misma manera que no sólo hay una única escala de valores... si es que hay algún valor que no sea plenamente subjetivo y aleatorio.Lo que a unos les vale a otros no, y viceversa, algo que además puede estar muy condicionado por todo tipo de factores. El momento o las maneras en las que se produzca el visionado son el principal enemigo al que tiene que dejar de lado quien pretende dar una opinión formal, junto con sus prejuicios y todo lo que ya tenga dicho de anteriores ocasiones. Más o menos hablar para no decir nada si nos ponemos en que todo puede ser, ¿o no? Por eso resulta curioso que dos filmes tan relativamente comparables -aunque sólo sea por cuestiones de género- como 'Efectos secundarios' y esta 'Tesis sobre un homicidio' lleguen a la cartelera española el mismo día, ya sea una coincidencia premeditada o una de tantas cosas que ocurren... porque la vida es así, por más que el sabor de ambas difieran lo mismo que el de una manzana de un plátano.
No se trata ni de compararlas ni de valorar una en relación a la otra, ni mucho menos que el posible visionado de una desautorice en alguna medida el visionado de la otra. Pero si nos puede valer, al menos a un servidor que las vio con menos de 24 horas de diferencia, para explicar aquello que tanto se afana en explicar esa garantía llamada Ricardo Darín, santo y seña de una cinematografía argentina en la que sólo parece tener trabajo él, a lo largo de los 100 minutos de duración de 'Tesis sobre un homicidio': Detalles, todo está en los detalles. Y así es (en parte), de un thriller a otro thriller todo está en los detalles, en la infinidad de variaciones que sobre una misma estructura se puedan hacer a la manera del CSI televisivo, y en donde se regalan positivos a quien se deje engañar sin sentirse engañado. Al fin y al cabo de eso se trata, del arte del engaño.
Por supuesto que, y esto no es susceptible de ser ningún spoiler, 'Tesis sobre un homicidio' se sustenta sobre el engaño, ese engaño cinematográfico fundamentado en la percepción. Sobre el axioma básico y fundamental de que al público hay que engañarlo, siempre con elegancia y educación, si bien y no menos por supuesto dándole las oportunas opciones a que su propio intelecto le facilite las claves para re-ordenar correctamente lo que no deja de ser un puzzle desordenado. Ese es el verdadero arte a la hora de construir un buen thriller como bien lo describía François Ozon en 'En la casa', ese es el verdadero factor en donde reside si un thriller es, a los ojos de cada espectador, un éxito o un fracaso. Y a través de ese mismo argumento, a través de esa escala de valores, podemos decir que 'Tesis sobre un homicidio' aprueba... pero sin ser ni un éxito ni un fracaso.
En 'Efectos secundarios' Soderbergh "arrolla" al espectador. Guste más o guste menos, Soderbergh "ahoga" al espectador para no darle tiempo en qué pensar. Y ese es precisamente el fallo del realizador Hernán Goldfrid, el cual no sé si por otro lado es heredado de la novela de Diego Paszkowski en la que se inspira. Puede que, también, sea que 'Tesis sobre un homicidio' pretende ser un título más realista y creíble, más como la vida misma y tan sencillo como esta. En ella no encontramos un argumento tan retorcido como el de 'El Cuerpo' ni un tratamiento tan sensacionalista como, en cierta forma, podría ser el de 'Efectos secundarios'. En ese sentido 'Tesis sobre un homicidio', tal vez, pierde algo el glamour para sumir uno de sus pies en el drama, el drama de quien está obcecado en algo y es capaz de apostarlo todo para demostrar que tiene la verdad en su mano. Darín, ¿quién si no?
Porque todo está en los detalles, se dice. Y el detalle es que Goldfrid retiene tanto el tempo del filme que este puede resultar... podríamos decir que aburrido, si bien no es el término más justo para una producción que, en cualquier caso, le deja mucho tiempo al espectador para pensar. Eso no es necesariamente malo, precisamente el arte de un final realmente sorprendente es dejar al espectador que piense continuamente... pero eso sí, en la dirección y/o direcciones equivocadas. Sin embargo Goldfrid, como si ver en pantalla a Darín sin más ya fuera suficiente (y sin tener en cuenta la sosería del resto del cast), da mucho margen para que pensemos en nuestras cosas, en si toca o no toca comprar leche, lo que se traduce en una relativa indiferencia por conocer las conclusiones de esta "tesis". Se deja ver, a ratos con gracia, pero cuesta quererla y aún más centrarse en ella como si en el mundo no hubiera nada más.
Ni Darín es un títere ni la cinta una mala película, para nada, de igual manera que no hay una única verdad tan sólo distintos puntos de vista... todo sea que uno disfrute con CSI mientras que otros lo hacen con Los misterios de Laura, por hacer una de esas "comparaciones". Pero ya sea con o sin comparar a 'Tesis sobre un homicidio' le falta garra y personalidad, una propuesta con aires a déjà vu que aunque buena desde el punto de vista formal y con varias variaciones reseñables no ofrece el resultado que tal vez por su matemática cabría esperar, ya sea por un error de cálculo; o de maña; o por simple inercia. Esta tesis de la misma manera en la que lo fue la de Amenábar en cualquier caso se queda como eso, como un proyecto fin de carrera de alguien pendiente de licenciar... interesante, pero no. Detalles... ¿todo está en los detalles? Pues no, porque también está en cómo se cuentan estos detalles. ¿Y qué hay de su final? Bien, gracias, al final pone Fin.
Nota:
6.5
por Juan Pairet Iglesias
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Por cierto, hablando de lo de "através de los ojos de Darín", leí en no sé donde que
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Por cierto, tampoco hemos hablado de algo que tiene mucha tela: el lugar del crimen.
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El resto me parece rizar ya mucho el rizo, digamos que es tan posible como puede no serlo.
Dos verdades universales brinda la película; Los detalles, todo en la vida son los detalles.
La conversación de Gonzalo con Roberto en la firma del libro del segundo es absolutamente prodigiosa. Existe la justicia, pero sin solidez, se esconde bajo la sospecha.
That´s what I say.