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'Efectos secundarios' - El efecto Soderbergh

Vía El Séptimo Arte por 04 de abril de 2013
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Apenas unas horas antes de ver 'Efectos secundarios' y haciendo un pasada de esas que uno hace justo antes de irse a dormir no se sabe muy bien con qué objeto, me encontré en la tele con 'Seduciendo a un extraño', lo que aparentemente parecía un vulgar thriller del montón para pasar el rato "a lo amo de casa" y a mayor honra de la cuenta corriente de sus protagonistas... a juzgar por los cinco minutos que aguanté con ella en la tele hasta que una aglomeración de bostezos me señalaron el mejor camino, el camino de la cama. No sé si el filme merece tanto la pena como parecía que la merecía, que siendo francos era más bien poco al menos ese día y a esas horas, pero por lo que ví estoy seguro de que la principal diferencia entre aquella y la que nos ocupa reside, principalmente, en el nombre de su director. Porque en 'Efectos secundarios' merece la pena destacar el nombre de Soderbergh, en la otra ni consultarlo en IMDb... posiblemente.

¿Y cuál es el efecto Soderbergh...? El efecto Soderbergh consiste en agarrar productos como 'Indomable' o 'Efectos secundarios', que en malas manos podrían haber sido poco recetables ni en casos agudos de diarrea, espaldarazo o resaca, y convertirlos en tratamientos más que saludables para recuperar el ánimo. En ambos casos hablamos de lo mismo, de la mano de un director que aún en el teórico ocaso (voluntario) de su carrera, aún dejando que su propio aburrimiento se transmita a sus filmes a la hora de rodar con tanta solvencia como con un evidente distanciamiento emocional -casi como si fuera un sonámbulo que rueda por inercia-, sabe hacer algo tan fundamental en lo que se supone es un realizador como es... narrar una historia. Puede que ni 'Indomable' ni 'Efectos secundarios' sean grandes películas, pero en ambos casos, especialmente en este último, estamos ante un filme notable si aceptamos medir su efectividad en base a su capacidad para distraernos... y además, cosa muy susceptible en un filme de estas características, sin tener la sensación de que nos están llamando tontos a la cara.

'Efectos secundarios' podría haber sido un thriller del estilo al mencionado con Halle Berry de protagonista. El típico thriller al uso en el que según su promoción, oh, sorpresa, nada es lo que parece y todo eso. Podría. Y ahí es donde entra el efecto Soderbergh aunque no sea este el único factor; he aquí que el muy calculado guión de Scott Z. Burns o la humanidad de su reparto, con Rooney Mara y Jude Law a la cabeza, también se merecen algo de ese reconocimiento. Soderbergh aporta estilo y personalidad a este thriller cuya puesta en escena, muy en la línea de los últimos trabajos del cineasta (piensen en 'Contagio'), le brinda el camino para sortear el posible convencionalismo de algunos de sus recursos. Porque lo dicho, no es que 'Efectos secundarios' sea un filme original, es que es un filme bien contado, y por ende, luce como si lo fuera. Se llama narrar. Soderbergh se apoya en un montaje sin tiempos muertos ni escenas de transición, en donde todo cuenta y suma obligando al espectador a estar continuamente prestando atención. Nada de posados superfluos ni escotes asomando de cara a tener un tráiler resultón. Esto último sin duda viene a ser el principal punto fuerte de un filme, que arrolla -con elegancia- al espectador para que este pueda optar sin tapujos por dejarse llevar... permitiendo apaciguar con ello la tentación, siempre presente, de que este intente resolver la jugada antes de tiempo y arruine una experiencia que, no obstante, tampoco vive de un final sorpresa tan de moda desde que Shyamalan lo pusiera... de moda.

Puede que por el enrevesado camino hacia "la verdad", algo ya presente en Soderbergh desde la reivindicable '¡El soplón!' (casualmente o no, su primera colaboración con el ahora habitual Scott Z. Burns), podamos llegarnos a sentirnos exhaustos ante un ritmo tan constante que carece de los necesarios altibajos que puedan servirnos de guía narrativa; que podamos sentirnos engañados de igual manera ante lo que empieza como un drama farmacológico que finalmente evita emitir ningún juicio de valor ni mojarse a la hora de prescribir alguna receta; que podamos sentir indiferencia ante la falta de calor que Soderbergh muestra hacia sus personajes, los peones de lo que vendría a ser un filme menor... claro que, según dicen, no hay papeles pequeños sino intérpretes mediocres. Pues lo mismo con un director. La diferencia sustancial respecto a "otras" es que si haciendo una pasada me encontrase en algún canal con 'Efectos secundarios' le daría algo más que cinco minutos ya fuera la hora o el día que fuera... es más, de haberla encontrado en las mismas circunstancias que 'Seduciendo a un extraño' ya sé para que hubiera hecho aquella pasada: para dormir una o dos horas menos, según la publicidad.

 

Nota: 7.0

por Juan Pairet Iglesias

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