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'Terrados': Sabiduría lejos del suelo

Vía El Séptimo Arte por 20 de octubre de 2012

En el año 2010, nuestro país ya estaba inmerso en una de las crisis económicas más graves jamás conocidas. Los primeros compases de ésta estuvieron no obstante marcados tanto por la temerosa incredulidad como por alguna que otra discreta concesión al optimismo, merced sobre todo a unos brotes verdes que de vez en cuando se dignaban a aparecer. A poco que prestáramos atención a las señales, era obvio que el sistema en el que tanto habíamos confiado (dejémoslo en que esperamos que nos llevara a buen puerto simplemente con el piloto automático en marcha) a lo largo de las últimas décadas, se estaba desmoronando a marchas forzadas. Aun así, cuando los políticos juraban que nuestro bloque financiero era uno de los más sólidos del mundo y que la tasa de paro estaba a punto de tocar techo, todavía nos los creíamos.

Pero la destrucción de empleo iba en aumento y los bancos, que tiempo atrás habían cerrado el grifo del crédito, se desplomaban al mismo tiempo que iban destapando las vergüenzas de una clase gobernante parasitaria, que poco o nada estaba haciendo para revertir tan nefasta dinámica... Como para no querer huir de la realidad. En ello están los protagonistas de 'Terrados', en una constante búsqueda de los espacios urbanos que permitan el escapismo; que permitan desconectar de un entorno depresivo y opresor. Elevarse varios metros sobre el asfalto, lejos del estrés y asfixiantes responsabilidades de un mundo moderno en decadencia. Estar además al aire libre, para que la ajetreada mente se refresque y se relaje junto a los colegas de todo la vida... mientras todo lo demás se va a pique.

Presentada en plena era post-15M (a través de un atípico y atractivo tour por algunos de los terrados más destacados de nuestra geografía) pero concebida antes de la ola de indignación, no importa cuántas veces diga su director (y guionista, y protagonista, y productor, y principal responsable de distribución) Demian Sabini que no pretendía hacer cine social, porque la verdad es que su primer largometraje corresponde a la mejor tradición del cine comprometido. 'Terrados' no es una cargante y aleccionadora disertación sobre el estado general de los tiempos -y lo jodidos que están- que nos ha tocado vivir, sino más bien un preciso retrato humano que refleja con nitidez unas circunstancias únicas y por ello fácilmente reconocibles; un relato coral que, de hecho, solo se hubiera podido dar en el contexto que ahora nos atañe.

A través de una narración fragmentada y desordenada, pero para nada liosa, Sabini y compañía nos presentan a un grupo de outsiders que han adquirido dicha condición, primero por convertirse en víctimas de la recesión económica, y segundo, por una filosofía de vida muy nuestra, que también sea dicho, puede verse como uno de los síntomas de la sociedad contemporánea. La mente de cualquier buen representante de la clase trabajadora (con pretensiones aburguesadas) está completamente dedicada a -y torturada por- un mundo laboral que más que dignificar, agobia, infunde terror, y en el mejor de los casos, puede ser visto como un mero instrumento para la supervivencia, más que para la autorrealización, como en un principio debiera ser.

Al llegar la tormenta y romperse de la forma más trágica el frágil equilibrio de convivencia entre el hogar y la oficina, el sujeto pide a gritos la evasión que a su entender le ha sido negada durante tanto tiempo. Para ver el lado bueno de la tragedia -que siempre existe- es bueno pensar que el cuerpo va a poder gozar al fin de un más que merecido descanso. Hacer un viaje, pasar más tiempo con la novia, recuperar viejas amistades mientras el vientre va hinchándose a base cervezas y tapitas... las posibilidades son ilimitadas e igualmente atractivas. El riesgo es que, estar en las nubes después de un estado prolongado de infelicidad, es tan adictivo como puede serlo cualquier droga dura, con lo que es extremadamente difícil salir de esta dinámica. No es de extrañar pues que la larga exposición a la intemperie lleve al individuo a niveles de degradación tales como el de practicar yoga mientras escucha música de Macaco. Espeluznante.

'Terrados' se hace eco de todo este panorama, plasmando a base de naturalidad y buenas actuaciones el día a día de una nación cuyo estado anímico se debate entre el tentador pasotismo de la huida y el difícil reto de la reinvención para salir del bache. Del mismo modo que no se levanta el vuelo a base fiestas, quizás tampoco se hace acumulando títulos universitarios cuyo crédito hemos aceptado más por sistema que no por su validez contrastada en la práctica. Como buen espejo del presente más doloroso, el filme de Demian Sabini no huye de su casi obligatoria función didáctica, pero ésta en ningún momento se hace pesada, al ser la moraleja la lógica conclusión a un cúmulo de vivencias que convencen por el discreto encanto que desprende todo producto en el que el realismo es un medio, más que el fin.

El resultado final se traduce en un orgulloso ejemplo de cine de crisis que, al igual que otros muy destacables ejemplos como las píldoras y el gran salto del divertido analista Alfonso Sánchez, le atraen los rayos de luz mucho antes que los nubarrones. Filme anticiclónico surgido en plena borrasca; cine casi de guerrilla, cuya condición low-cost (12.000 euros de presupuesto y una exhibición que lucha con uñas y dientes su presencia en cada sala en la que ha conseguido aterrizar) se muestra con orgullo, tanto desde dentro como desde fuera, dejando claro que la calidad no tiene por qué estar condicionada a un gran apoyo económico. En su búsqueda sincera de intereses más universales más allá de la ''simple'' crónica social, el drama romántico, la comedia de amiguetes y otros subgéneros se encuentran en los terrados barceloneses gracias al descubrimiento de un eficiente maestro de ceremonias, que firma una historia sólida nada obvia a la hora de mostrar sus encantos, pero en la que es fácil sentirse identificado. La interpretación de la lección final corresponde, como debe ser, al espectador, así como a la manera con la que éste esté capeando el temporal.

Nota: 6 / 10

por Víctor Esquirol Molinas

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